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Peregrinos de larga pedalada

Cuarenta periodistas del motor y directivos de Citroën España cubren juntos el Camino de Santiago trazado en largas etapas en bicicleta de montaña. Hoy dejan León para afrontar Galicia

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Javier Fernández - león
León

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Puede que no, pero también es posible que la dirección de Citroën España, con la mismísima presidenta española del chevron a la cabeza, Magda Salarich, hayan hecho promesa al Santo compostelano, en este jacobeo 2004... por aquello del flamante. Tiene su mérito. No se pararon en barras los automovilistas a la hora de cambiar la Traction mecánica por la humana (que de humanidad, y mucha, se trata en el Camino). Dejaron atrás la estepa castellana y hasta primeras pinceladas leonesas en el desarrollo de una aventura que ha tenido sus más y algún que otro menos para quienes, como Salarich, Moreno y Porro, auxiliados por una incansable Chusa, juntaron sus anhelos a los de un arrojado ex DGT Muñoz Repiso -¿a que es dura la ruta?- y una abigarrada pléyade especialistas. Por aquí pasaron el vigués Juan Ares -¿heredero del omañés conde Ares?- (AT Press), Carlinos Grande ( El Comercio de Gijón) , los hermanos Gómez Blanco ( El País y Automóvil ), el ex F-1 Luis Pérez Sala, Luis Villamil ( Interviú ), el abecedario Paco del Brío, etcétera, y se extasiaron todos con la Pulchra (más vidrio que piedra, más luz que vidrio) en el devenir peregrinante. No es pequeño el reto ni la virtud de quienes lo afrontaren en plenitud de ánimo. La reparadora hospitalidad plateresca de San Marcos preparaba a nuestros esforzados para atacar, y bien que la atacaron, una de las etapas más sugestivas, y mágicas. El empedrado de Castrillo de los Polvazares preparó a nuestros protagonistas para afrontar las retorcidas cuestas de Foncebadón, allí donde Guacelmo, el ermitaño del XI, fundara un hospital, con su iglesia y alberguería. Recortada en el viento, la Cruz de Ferro; piedra a piedra, las que año tras año tiran allí los peregrinantes, bicicleteros o caminantes; como si la piedra, de la que cada cual quiera desprenderse, llevara consigo el pecado y su penitencia. La cucaña de Ferro mostrará al viajero su más preciado regalo: la vastísima vista sobre un Bierzo pletórico en el cromatismo de finales de primavera. Con la cuenca alta del Sil como telón de fondo y la esperanza de una Villafranca del Bierzo pletórica en el ánimo de nuestros aventureros. Por mucho que antes haya que rendir tributo a una templaria Ponferrada. Lo demás... se deja al libre albedrío en la imaginación de los infatigables ciclistas en su vertiginosa bajada a Molinaseca. Otra historia. La que cada cual pretenda forjarse en su particular e imaginativa interpretación del Camino. Les quedará otro escollo, el de O Cebreiro, la llave hacia Compostela y su compostela , que firmarán a la vera del Apóstol, al amparo de la concha de vieira.

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