Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Los desertores de Europa

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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SE SUPONE QUE cuando estas cuatro letras que se han de comer los lectores, amables e insaciables, aparezcan en cualquiera de las páginas de este «Diario de León» de cada día, ya se habrán disipado los efectos de las elecciones para cubrir los puestos que nos están reservados en Bruselas, que es donde, al parecer, se cuecen todos los guisos políticos, económicos, culturales y hasta religiosos de este Continente siempre en carne viva. O sease, Europa. El domingo previsto para la acción más transcendente que cabe atribuir y exigir al ciudadano consciente, éste, el ciudadano, o se quedó en casa o aprovechó la baratura de los trenes para irse a la playa. De modo que la asistencia a las urnas fue tan escasa, tan desoladora, tan deprimente que llegamos a alcanzar el más alto o bajo grado de abstención electoral de todos los tiempos. Apenas si en algunos casos y distritos se pudo superar el cuarenta por ciento de electores inscritos en el censo y con derecho a intervenir. Quiere decirse que los que no acudieron a la cita, los que se negaron a votar por la cohesión europea, los que abandonaron las filas para acogerse a las delicias de Capua, como la soldadesca de Aníbal, fueron más de la mitad de los que habían sido llamados. ¿Qué puede deducirse de esta absoluta falta de interés y de obediencia debida? ¿Qué el personal anda desnortado o que los profesionales dedicados a la política, no saben cómo entender la auténtica aspiración del pueblo? Dicen, dijeron, los derrotados (porque la verdad es que todos los presentados fueron derrotados) que quizá, tal vez, acaso no supieron transmitir al electorado su mensaje, sin querer caer en la cuenta clara de que no se trata de emitir mensajerías interesadas, sino de intentar, por una sola vez y sin que sirva de antecedente, conocer las verdaderas necesidades del pueblo: cuáles son sus demandas reales, dónde está el quid de sus indisciplinas. Sois vosotros -cabría decir a los presuntuosos que con tan exigua asistencia electoral pretenden disponer de la autorización popular para seguir gobernando- sois vosotros, con vuestras manipulaciones partidistas, tan sin ton ni son, los que nos estais empujando al desencanto y a la deserción. Seguís sin entender el mensaje popular. Y una de dos, o rectificáis y os comprometéis a estudiar seriamente, democráticamente, los asuntos que afectan a la comunidad, abandonando por inservibles los juegos dialécticos para dormir a un pueblo pobre, o acabaremos todos como se dice que acabó el gallo de Morón. El que avisa no es traidor y este fracaso electoral, que vosotros, con una inconsciencia que abruma, habéis acogido como un triunfo, es un aviso importante que todos debierais atender, abandonando en la cuneta tantísimos pleitos engañosos como ocupan vuestras agendas. Y no es que al pueblo no le interese Europa, sobre todo cuando se entera de que su vida está atenida a las disposiciones que Europa dicte y que nuestro pan y nuestro vino, la leche para nuestros hijos y el trabajo para nuestros jóvenes dependan de que vosotros, o los que manejan los mecanismos europeístas, atendáis al verdadero mensaje del pueblo. «Que no hay cosa que más fatigue el corazón de los pobres que el hambre y la carestía», que dijo el Caballero a Sancho.

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