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Publicado por
JOSÉ-ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

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HEMOS LEÍDO estos días que algunos países vecinos quieren promulgar una ley contra la homofobia. Es decir, de ahora en adelante será un delito discriminar, criticar o simplemente hacer broma de las personas homosexuales. Curiosamente, las noticias sitúan ese delito al mismo nivel que el antisemitismo. A muchos de nosotros -esperemos que a todos- nos horroriza que en la sociedad se ataque o discrimine a alguien por razón de su raza, de su género, de su procedencia nativa, de su situación social o de su creencia religiosa. Recordamos con horror los crímenes que ha propiciado y justificado el antisemitismo. Pero olvidamos que en este momento, se está expandiendo por doquier el anticristianismo. En los países occidentales está bien visto discriminar a los cristianos o burlarse de ellos en tertulias radiofónicas, en la p rensa y en películas de c ine. En unos cuantos países de África y de Asia se ha desencadenado contra ellos una persecución sangrienta que con frecuencia queda impune. El envío El evangelio de hoy nos dice que Jesús mismo había previsto y anunciado esta situación. En las palabras del envío, dirigidas a sus discípulos, les dice entre otras cosas: "Mirad que os mando como corderos en medio de lobos" (Lc 10,3). Ya advertía Bultmann que es ésta una de las pocas frases "en primera persona" que Jesús pronuncia en los evangelios sinópticos. Usando términos típicos de la labranza, Jesús había dicho que "la mies es abundante y los obreros pocos". Con ellos aludía a la necesidad de discípulos que harían falta para la tarea de la evangelización. Pero inmediatamente empleaba términos pastoriles para evocar el peligro, la amenaza y la hostilidad que habían de encontrarse los evangelizadores. Necesidad y riesgo. He ahí dos notas que habrían de caracterizar la misión cristiana en el mundo. Ni la primera ha de fomentar el orgullo de los enviado ni la segunda puede desencadenar en ellos el miedo y el abandono de la tarea. El evangelio no pone el énfasis sobre los lobos sino sobre los corderos. No condena a los destinatarios del mensaje, pero subraya la indefensión de los mensajeros. El reino D e todas formas, lo s enviados por Jesús llevan un mensaje que les ha sido confiado por su Maestro. No pueden por menos de anunciarlo: ¿ "Está cerca de vosotros el Reino de Dios". La cercanía del Reino es la fuente y el apoyo de nuestra fe. Creemos en Dios y eso nos libera de tantos diosecillos como se nos imponen cada día. ¿ "Está cerca de vosotros el Reino de Dios". La conciencia de nuestra situación de caminantes suscita en nosotros la esperanza que nos lleva a rogar cada día: "Venga a nosotros tu Reino". ¿ "Está cerca de vosotros el Reino de Dios". Sabiendo que el Reino de Dios es don gratuito y tarea comprometida, procuramos que el ejercicio del amor fraterno lo haga visible entre nosotros. - Señor Jesús, que envías a tus discípulos como corderos en medio de lobos, concédenos los dones de la mansedumbre y la prudencia para anunciar en el mundo la paz y la justicia de tu Reino. Amen.

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