Diario de León

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Amor astrofísico en Omaña

Los recién casados se dejeron fotografiar junto a su familia, frente al altar

Los recién casados se dejeron fotografiar junto a su familia, frente al altar

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Lola de León - leon@diariodeleon.com
León

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Posada de Omaña se viste de blanco Treinta años han tenido que esperar en Posada de Omaña, un pequeño pueblo de esa comarca al norte de la provincia, para volver a ver una boda en la iglesia de piedra de la localidad; tantos, que muchos de los vecinos ni siquiera se acordaban de quiénes fueron los últimos en pasar por el altar. Olga Suárez Fernández, cuya madre y abuela son naturales de allí, y Gilles Maurice, de origen francés -ambos son astrofísicos-, acabaron con la espera y ayer contrajeron matrimonio, alegrando de nuevo a la ermita, que se llenó de colorido para tal acontecimiento. Durante el invierno, la población de Posada no sobrepasa los diez habitantes. El esperado enlace tuvo lugar a la una del mediodía, momento en que la novia, vestida de blanco, con un traje con cola muy elegante, entraba en la capilla donde la esperaba el novio, nervioso, como mandan los cánonesy vestido con un traje chaqueta oscuro. Tanto la madre del novio como la de la novia iban ataviadas con vestidos largos de un estilo similar y pamela a juego. El cura que ofició la boda, Enrique, que es vecino del lugar, se encargó de que la música ambientara la ceremonia, dedicando una canción a los novios que él mismo tocó con la guitarra. Más tarde una invitada les regaló otra interpretación desde las escaleras de la iglesia. La familia del novio también quiso participar en la ceremonia y sus miembros subieron al altar a leer dos textos, en francés, algo que dejó desconcertados a algunos asistentes. El casamiento ha revolucionado a todos los vecinos, aunque la joven pareja resida habitualmente en Madrid. Los vecinos esperan que acudan con frecuencia a visitarlos. Para compensar tantas atenciones brindadas por los habitantes de Posada, se les ha ofrecido después de la celebración un tentempié a base de pinchos y vinos. El tradicional convite y baile posterior, al que han acudido familiares y amigos de los novios se celebró en el hotel-restaurante La Ermita, ubicado en la localidad de Pandorado. Los más trasnochadores pudieron continuar la juerga hasta altas horas de la madrugada. Lo que no sabemos es si cumplirán con la tradición de Posada, que los más pequeños del pueblo probablemente no conocen, y unos días después celebrarán la tornaboda, es decir, una comida muy animada destinada a la familia y los amigos, para seguir la fiesta y además aprovechar para contar las anécdotas de la boda, que probablemente los novios se perdieron debido a los nervios, conocer la opinión de los invitados sobre las flores, el menú, los trajes, etcétera. Para que sea lo más parecido a una boda también pone el punto y final un baile, iniciado o no por los contrayentes.

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