Diario de León

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FOLLÓN SADUCEO se ha montado por andar los socialistas vascos amparando la pretensión de los presos etarras de matricularse en la universidad del País Vasco y no en la que les brinda la ley, que es la Uned, esas cátedras a distancia en las que también están presos miles de españolitos que no tienen otro modo de estudiar o pagarse la carrera, gente que curra o que vive unos kilómetros más allá de la última lejanía. Esa universidad a distancia no les vale. Se empecinan en ir solamente a la suya, la universidad del ombligo. Y aquí es donde yo me llamo a engaño, pues los universitarios de verdad parece que siempre soñaron con estudiar fuera, universidad lejana, jamás en casa; soñaron con Bolonia, Lepzig, Oxford o París. Después, seguramente, se conformaron con saltar del pueblo a Salamanca, Barcelona, Deusto, la Complutense o Pamplona, pero siempre lejos mientras dure el aprendizaje o alcancen meta; fuera, en la distancia, se aprenden otras cosas, se conocen gentes y culturas, enriquecen su inteligencia. Universidad es universalidad y esta es la única ley del estudiante. No parece así para los presos vascos en su demanda de acogerse exclusivamente a la autoridad académica vasca. Su universo y lo universal está en casina, o sea, en la casona, en el clan, la aldea, las tradiciones, el santuario, las pelotas y el guerrero. Si hubieran exigido matricularse a distancia en la universidad de Edimburgo, Roma o Los Angeles (ancha es Europa y el mundo), me habría realmente acojonado, pues eso delata mirada larga y una inteligencia fina, sibilina, lo que sería inquietante para quien hace de la pistola oficio o causa. Se ha dicho que esta exigencia de matricularse en facultades del País Vasco es por lograr un coladero en el que pillar favor académico y aprobados en rebatina, pues las simpatías por el independentismo o las amenazas contra el infiel circulan por allí con carpeta bajo el brazo en claustros, patios y conjuras de café. No creo que los aprobados sean la razón; o no toda la razón. Matricularse en casa es en el fondo regresar a la patria, militar en el saber, controlar y contribuir con tasas y bulto a engrandecer una empresa académica propia y nacionalista que respira un legítimo afán de llegar a convertirse un día en la Toronto Yunivérsiti del Norte norteño. Por ahí van los tiros.

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