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Un pelo, una gota de sangre o de saliva bastan para delatar la presencia de un individuo

ADN: la molécula que contiene las claves del secreto de la vida

Nuevas técnicas permiten identificar a alguien a partir de fragmentos microscópicos

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A. Rodríguez - león
León

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Hace poco más de 50 años dos científicos británicos, James Watson y Francis Crick, descubrieron el ácido desoxirribonucleico (ADN), el material en el que se almacena el código genético de todos los seres vivos, por lo que fueron galardonados con el Nobel. Durante el 2003 y el 2004 se han sucedido diversas conmemoraciones de este acontecimiento de vital importancia que continuarán hasta que finalice este año. Este descubrimiento, publicado en la revista científica Nature el 25 de abril de 1953, se considera uno de los más importantes del siglo XX y sus aplicaciones pueden seguir transformando nuestra vida en el XXI. Conocer la estructura del ADN ha ayudado a los científicos a entender cómo se transmite la información genética de generación en generación. Los investigadores han demostrado que el ADN codifica la síntesis de las proteínas, los componentes estructurales y funcionales de todos los organismos vivos y han visto que las mutaciones de su estructura dan lugar a enfermedades hereditarias, hoy llamadas genéticas. Pero los avances en torno al ADN no cesan. Recientemente se ha desarrollado un innovador proceso de análisis del ácido desoxirribonucleico que ha sido el equivalente a unos 15 años de desarrollo. Este importante hecho es el resultado de una colaboración entre empresas británicas y norteamericanas, que ha dado lugar a un nuevo equipo de comprobación del ADN. El análisis del ADN puede ser una prueba decisiva que decida el veredicto de un juez, pero para ello lo más importante es la fiabilidad de los procesos analíticos. Pruebas fiables A lo largo de los años, las pruebas de ADN han resultado vitales y prácticamente irrefutables en una gran variedad de procesos legales. Eso se debe a que el código genético que se puede extraer de muestras de sangre, cabello, células de la piel o saliva de un individuo es exclusivo de cada persona. Pero para que esas pruebas surtan efecto ante los tribunales, las técnicas analíticas que utilizan los laboratorios forenses deben estar por encima de toda sospecha, y en concreto deben poder comparar el ADN procedente de dos muestras mínimas con la suficiente exactitud para saber si es del mismo individuo. Ante este estado de cosas, los científicos han desarrollado una nueva tecnología de precisión para comparar el ADN mediante cicladores térmicos de última generación. La función de un ciclador térmico consiste en multiplicar una muestra de ADN en cantidad suficiente para que los resultados del análisis sean como si procediera de una muestra más grande. El proceso de reproducción depende de una secuencia de ciclos de calentamiento-enfriamiento, en los que resulta vital la precisión y uniformidad de la temperatura. Ese proceso se conoce como reacción en cadena de la polimerasa.