El cáncer y la percepción de la vida
El cáncer, con su amenaza siempre pendiente de poder quitar la vida, provoca en la persona un aprecio mayor por este regalo que tan pocas veces valoramos: la propia vida. Muchas veces es un hecho dramático, como una enfermedad grave, el que nos hace ver las equivocaciones en lo que habíamos decidido, la inconsecuencia con que llevábamos nuestra vida, como si fuera eterna, como si pudiéramos siempre borrar el pasado y empezar otra vez. Es verdad que siempre podríamos vivir de otra forma, pero no podemos borrar el pasado. Podemos cambiar el rumbo, pero lo vivido no puede ser rehecho, las oportunidades perdidas no pueden ser revividas. Aquí está el motivo de la culpa existencial: no ser lo que podíamos haber sido. Este puede ser un momento extremamente delicado pues la persona está frente a una decisión crucial: desesperarse frente a lo no vivido o vivir lo que le queda en la dirección que sea existencialmente significativa Son afortunadas las personas que deciden que no es la extensión de la vida lo que cuenta, sino lo significativo que hacemos de la vida que todavía tenemos.