Vivísimos
LLEGÓ EL MASTUERZO de vacaciones, llegó en enterao de la contrata de veraneantes y «cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo espanta moscas». Vino con ideas: suegro, hay que espabilar; ¿no es usted amigo del alcalde ese que tira de fondos mineros y le sale una mercería para la cuñada?... pues no me sea pardal y aplíquese. Dice que el asunto está en la inversión turística ahora que Rafina, el único hijo que quedó en el pueblo, se ha visto en la puta calle tras los despidos de Enervisa, que así en clave no dice nada, pero desarrollado el palabro viene a significar «energías vivas»; y mire usted si son vivas, que se han levantado con el santo, la limosna, la subvención y con el cántaro de aquella lechera que vino a redimir la vega alta del Esla cultivando hierba en cubetas de agua -alternativa hidropónica le decían- cuando en los puertos que un día dieron pasto al diente de quinientas mil merinas crece sola y nutritiva como ninguna la pratense forrajera y el pasto cervunal sin que lo aprovechemos, se agosta y arde con sólo mirarlo el sol. A Rafina se le acabó la promesa que le hicieron y ahí le ve usted encaramado al balcón del untamiento donde han hecho un nido de cabreos con pancarta, protesta y saco de dormir. Hay que espabilar, suegro, y hay que estar muy vivos (o enérgicos en sociedad anónima). Al yerno veraneante y gorreante que viste calzón corto con gafas fashion de pedo ahumado le ha contestado lacónicamente el suegro: déjate de enredos; ¡qué turismos ni qué leches!... que nos dejen otra vez el ganao, que de eso aquí sabemos un rato largo. Le dijo el yerno que hay subvenciones para casas rurales y que las cuadras de arriba podrían ser un albergue, pero al paisano no le salen cuentas y le entran líos. Que no. ¿Vas a venir tú a trabajarlo?... Pues entonces que venga Fraga o el ministro de Información y Turismo a meterse en el fregado. Abortada la idea y desconsolado el yerno, se ha pasado los tres primeros días de su verano ingeniando y discurriendo. Ya está, suegro, pues montamos una industria familiar de embutidos, pero especializándonos en el famosísimo salchichón de Arlés, el más jugoso de toda Francia, ese que se hacía con carnes de toro y de asno. Materia prima es lo que sobra después de lo de Enervisa.