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Dos ventrículos y una neurona

Científicos canarios demuestran que el corazón bloquea por su cuenta el envío de sangre a los músculos, para evitar el colapso durante los esfuerzos intensivos de los deportistas de élite

Publicado por
Juan Ramón Romero - las palmas
León

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Una investigación con deportistas de elite, en la que han participado científicos canarios, muestra cómo cuando el esfuerzo aumenta se dispara un mecanismo que limita el envío de sangre a la masa muscular, un freno que permite así acometer un «sprint» sin que sobrevenga el colapso. Los resultados del estudio, recientemente publicado en la revista «Journal of Physiology», ofrecen una nueva perspectiva sobre el papel que juega la presión arterial en los esfuerzos de máxima intensidad y remiten a un mecanismo evolutivo que bien pudo comenzar a desarrollarse cuando el ser humano sintió la necesidad de ponerse a salvo de las fieras. Algunos científicos denominan a este complejo sistema «el gigante dormido» porque, sin ese mecanismo de freno, la masa muscular del esqueleto podría desbordar la capacidad de bombeo del corazón con sus demandas de sangre durante el ejercicio. José Antonio López Calbet, un investigador del Departamento de Educación Física de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ULPGC, y autor principal del trabajo, sostiene que «el cuerpo humano es la máquina más maravillosa que existe», pero aún así «no es una máquina perfecta». «Por eso es importante saber cómo funciona, para poder restablecer su funcionamiento cuando se ve alterado por las enfermedades o el envejecimiento», agrega el científico en una entrevista para explicar los resultados del estudio. Las mediciones efectuadas en laboratorio con los deportistas a pleno esfuerzo han permitido constatar que «cuando se realiza un ejercicio en posición erguida con los músculos de las extremidades inferiores y superiores simultáneamente», el flujo de sangre a través de los músculos del esqueleto se restringe con el fin de evitar la «hipotensión». La hipotensión podría hacer que el ser humano «pierda el conocimiento por falta de riego sanguíneo cerebral», precisa José Antonio López Calbet. «Pasaría algo parecido a lo que ocurriría en un edificio de 18 plantas si todos los vecinos se ponen de acuerdo y se duchan a la misma hora: los de los pisos superiores no recibirían agua».

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