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Sexualidad adolescente

Aprendizaje y práctica determinan siempre una correcta conducta. Pero, estrictamente, no puede hablarse de que existan actualmente ritos iniciáticos al coito en nuestra cultura

Publicado por
Mag Castañón - león
León

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Un conocimiento adecuado (aprendizaje) y la práctica es lo que determinan la idónea realización de toda conducta que requiere cierta habilidad; lo mismo sucede con las conductas de interacción sexual. En el primer coito no se suelen dar ninguna de las dos condiciones. Por definición no hay práctica (es la primera vez) y por desgracia la educación sexual suele brillar por su ausencia. En el caso del hombre, la doble moral imperante da por supuesto que debe saber todo sobre «relaciones sexuales» y por supuesto dirigir la interacción. Pero la realidad es que no se le ha facilitado aprender apenas nada al respecto, ni de manera teórica, ni mucho menos de forma práctica. En el caso de la mujer, la situación no es mejor. Primero, la doble moral da por supuesto que no debe mostrarse muy activa y mucho menos tratar de controlar la situación. La falta de una educación sexual adecuada compensada con comentarios de amigas o informaciones sesgadas provenientes de fuentes poco fiables suele facilitar la aparición de cierto temor o angustia ante esta «primera vez». En muchos grupos sociales, a la instrucción verbal se une un aprendizaje práctico, y así, los hombres llevan a sus hijos a los burdeles para que se inicien en el mundo del sexo adulto, aunque cada vez es menos frecuente, el porcentaje de varones que mantiene su primer contacto sexual con prostitutas ha pasado del 20%, en el informe Kinsey, al 2%,tal vez porque hoy la mujer está más abierta a la sexualidad premarital que antes. Otras culturas En Polinesia, los adolescentes eran tradicionalmente asignados a mujeres casadas de mayor edad, quienes se encargaban de su educación sexual. En Oriente Medio una característica general es el control que el hombre ejerce sobre la sexualidad de la mujer. Una de las expresiones del mismo sería el gran énfasis que en estas sociedades se pone en la virginidad prematrimonial de la mujer. Es práctica habitual que se exijan pruebas de dicha virginidad, y en el seno de algunos grupos, tienen lugar desfloraciones públicas o que se acercan mucho a serlo. En el Extremo Oriente, la ceremonia matrimonial Kamchadal parece consistir en una especie de rito copulatorio. Para que el matrimonio sea legal, el novio debe tocar la vulva desnuda de la novia con sus manos (otras fuentes sostienen que debe introducir en ellas sus dedos). Este acto no es tan sencillo de realizar como pudiera parecer, pues aunque los padres de la muchacha hayan prestado su consentimiento para el matrimonio, el novio debe primero capturar a la novia, lo que no es en modo alguno una mera formalidad. Todas las mujeres del poblado protegen a la muchacha, que a su vez se cubre con numerosas vestimentas. El novio debe sorprenderla cuando se encuentre sola u optar por ahuyentar a las demás mujeres mientras intenta despojar a su amada de sus prendas. Si ella se siente atraída por él, no suele haber mayores problemas. Entre los Tikopia (un grupo de Polinesia) la captura de la novia (costumbre muy frecuente hasta la década de los veinte) formaba un aspecto integral y estructurado de su cultura. En África existen diversos ejemplos de actos sexuales efectuados como puros rituales de iniciación. Así, los Ila obligan a los muchachos a fingir que están copulando entre sí después de haberles dado la educación sexual tradicional de este pueblo. Otras veces se les ordena que se masturben. En cuanto a la copulación, entre los Kikuyu una costumbre en tiempos muy arraigada era la «violación ceremonial». Los muchachos circuncisos se veían obligados a buscar una mujer casada que les fuera totalmente desconocida y copular con ella. En realidad la violación era meramente simbólica. Sin ritos de iniciación Estrictamente no creemos que pueda hablarse actualmente de ritos iniciáticos al coito en nuestra cultura; autores como Freund (1990) plantean que las conductas sexuales están biológicamente determinadas. Así pues, identifica cuatro fases en las interacciones sexuales humanas: 1. Localización y evaluación de la pareja. 2. Fase de interacción pretáctil (mirar, sonreír, hablar). 3. Fase de la interacción táctil. 4. Fase de unión genital. Aunque muchos padres en nuestra sociedad entienden y aceptan la sexualidad de sus hijos, ponen todo tipo de trabas posibles a sus conductas o las facilitan poco. El resultado es que a los jóvenes les resulta difícil disponer de un lugar donde llevarlas a cabo con cierta intimidad. Tipo de comportamientos sexuales de una muestra de jóvenes estudiantes españoles con edades comprendidas entre 17 y 22 años. Comportamientos %. Fuente: López y cols Besos 88,2 Caricias 86 Besos corporales 75,3 Frotamientos/tocamientos 74,3 Caricias genitales 57,6 Contacto entre órganos genitales 43,2 Relaciones bucogenitales 35,9 Coito 32,6 Relaciones anales 8,9 La primera vez Nuestros jóvenes suelen tener sus primeras experiencias entre los 15 y los 19 años. En estas primeras ocasiones las cosas no suelen discurrir muy favorablemente, ya que se trata de relaciones, con frecuencia imprevistas, que mantienen en lugares incómodos y poco íntimos, que afrontan con una gran inexperiencia y con bastantes temores ante la posibilidad de no estar a la altura de las circunstancias. Esta primera experiencia tiene una gran importancia psicológica y social, puesto que es vivida como un acceso a la sexualidad adulta que aumenta su autoestima y su prestigio ante los demás.

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