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Publicado por
ANTONIO TROBAJO
León

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LE PILLÓ a uno al traspiés y no hubo sitio para un evento que bien merecía unas líneas. Me refiero a la celebración del Día de los Abuelos, el pasado día 26, lunes, fiesta litúrgica de los santos Joaquín y Ana, madres de la Virgen María, Madre del Redentor. Los promotores de la consagración de ese día a esa intención son los Mensajeros de la Paz, del P. Ángel García, tan unido a León, especialmente por el complejo del antiguo Seminario Menor de La Bañeza. Ya contamos con el Día del Padre y de la Madre y hasta de la Exaltación de la Morcilla o de la Cecina. Falta -porque aún no ha cuajado lo suficiente- el Día de los Abuelos, que, tal como está el mundo, es mucho más que un recordatorio romántico del abuelito de la modosita de Heidi. Los promotores de la idea quieren que ese día sea «un acto de amor, una devolución de ternura y, sobre todo, una acción de gracias respetuosa y alegre, para hacerles arrancar a nuestros abuelos su mejor sonrisa en esta celebración íntima y familiar, donde vuelvan a sentirse protagonistas». Y todo ello por el importante -¿o será determinante?- papel que los abuelos jugaron y juegan en la vida de prácticamente todos los niños y adolescentes de nuestras familias. Buenos son estos signos de humanización en tiempos de disgregación -cuando no adulteración- de la institución familiar. Porque la realidad es la que es: ¿qué sería de nuestra sociedad, de nuestras familias y de nuestros chavales, si desapareciera de un plumazo la figura y la labor de los abuelos? Más en concreto, en una generación de madres y padres secularizados, ¿estaría siquiera entornada la puerta de la fe cristiana para las jóvenes generaciones sin la labor de transmisión de la misma que realizan, a veces esforzada y sutilmente, los abuelos? Pregunten a los educadores y catequistas cristianos, pregunten, y verán cuál es la respuesta. ¡Ay la postmodernidad de las familias! Ayer se celebró en León la XVI Convivencia de Misioneros Leoneses. Un encuentro que ya tiene solera y que, aunque se repita sin mucha innovación cada año, no deja de sorprendernos en cada edición y de poner un toque de distinción en la superficialidad de cada verano. Ayer, pues, se reunió una treintena de misioneros y misioneras, acompañados de familiares y amigos en el Seminario Mayor. Compartieron sus experiencias, celebraron juntos la Misa (con expresiones de la universalidad de la Iglesia) y acabaron en un banquete fraterno y cálido. Ellos representaron a los 580 hombres y mujeres (296 y 284, respectivamente) de la diócesis de León (la mitad de la provincia) que dejaron este mundo de comodidades y se echaron con brío a los caminos del riesgo de llevar buenas noticias de Evangelio y buenos hechos de promoción humana hasta los confines del mundo. Así resulta que 466 andan por América, 59 por África, 28 por Europa, 26 en Asia y 1 en Oceanía. No nos podemos lamentar de que no estemos cumpliendo lo de «Id por todo el mundo...». Más y mejor podía ser. Porque es alarmante que el listado de misioneros envejezca cada año, pero lo es más que disminuya. Mal signo para la vitalidad de nuestra fe. Otras cosas de este verano que manifiestan que no hay posibilidad de siesta. El pasado domingo fue fiesta en Santa Marina de Torre, en el Bierzo Alto: un hijo del pueblo y residente en él, capellán castrense que fue, Santiago Martínez Moreno, celebró los 50 años de ordenación sacerdotal, entre la alegría de la gente. Sus razones tendrá. Ayer se cumplieron 9 años de ministerio en la diócesis de Astorga de D. Camilo, el Sr. Obispo. Reciba la enhorabuena sincera. Él y la feligresía. ¿Se podrá añadir, sin riesgo, «ad multos annos»? La Providencia y la Nunciatura lo dirán. Mañana, a las 6 de la tarde, en Valdepiélago, cabeza de la unidad pastoral donde se ubica Valdorria, lugar emblemático en la biografía de San Froilán, se hablará de la trascendencia para esos lugares de que el año 2005 recuerde el XI centenario del fallecimiento del santo patrono y de la concesión a la diócesis de un Año Jubilar. Para esta próxima semana se anuncia un Encuentro de Jóvenes Europeos en Santiago de Compostela. Allí estará una representación digna (aunque no numerosa) de nuestras diócesis, que demostrará que el futuro no es tan negro como lo pintan. Y no lo escribo por la esperada redención que nos trajo ZP. La cosa es de otro género. Aviados estaríamos si todo se resolviera con autovías, paradores e intecos.