Diario de León
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PACO MURO
León

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PARECE que fue ayer o que han pasado diez años. En agosto de 2003, cuando millones de españoles hacían y deshacían las maletas, llenaban las carreteras y salían o volvían de vacaciones, Estados Unidos buscaba a Sadam Husein

y en Irak seguía la guerra. ETA atentaba en el aeropuerto de Parayas de Santander y ponía dos bombas en hoteles de Benidorm y Alicante. En Madrid, se reunía la Comisión de investigación que trataba de averiguar si en las elecciones autonómicas de Madrid había habido o no una para acabar con el acuerdo PSOE-Izquierda Unida... ¿Un año o cien? Hoy, Irak sigue siendo un polvorín donde diariamente mueren decenas de personas y donde, aunque Sadam está en la cárcel, nada se ha solucionado. Ni han aparecido las armas de destrucción masiva que dieron lugar a la guerra ni el país es más libre ni tiene un futuro más despejado, aunque, eso es cierto, se ha acabado con un dictador que provocó matanzas de miles de personas. Pero Irak acabó con José María Aznar y a su Gobierno y ha cambiado España de arriba a abajo. Y Aznar y el PP siguen padeciendo el síndrome del cataclismo. Aquella Comisión madrileña que no desveló ninguna trama secreta y que no encontró los anunciados escándalos millonarios en las carteras de Tamayo y su compañera -¿alguien se acuerda de cómo se llamaba?- no ha impedido que, pese al ridículo demostrado, Simancas fuera reelegido, casi por aclamación, secretario general de su agrupación socialista. Y a aquella Comisión le ha sustituido este año otra, que se interrumpe hasta septiembre y que va a servir para lo mismo que sirvió la de la Asamblea de Madrid: para nada. Nadie cree en unas Comisiones en las que trabajan quienes no tienen interés en que se sepa la verdad, sino en que se consigan los resultados que exculpen a su partido y acusen al contrario. Sólo una Comisión de independientes podría dar algo de luz. Lo malo es cuando no se busca la luz sino, como decía, Eugenio D'Ors, oscurecer lo que se sabe. Lo único bueno de este verano es que ETA parece más débil que nunca y que se ha impedido que se reconstituyera uno de sus comandos asesinos. No se puede cantar victoria, pero cada golpe a ETA es un paso hacia su final. Tomen fuerzas para el otoño. Las vamos a necesitar.
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