Gente de aquí y de allá | Argumento para un libro
Denuncias de Guinness
Un leonés que emigró a Argentina lleva 27 años exigiendo justicia por un caso en el que implica a jueces, fiscales, abogados y secretarios, y que quiere retomar en España
Dice un viejo tango que veinte años no es nada. Él asegura llevar veintisiete reclamando justicia. Vicente Ramos Gallego nació en San Justo de la Vega hace 62 años, y emigró a Argentina cuando apenas era un adolescente. Su escalofriante relato comienza en 1977, cuando una empresa quiso desalojarlo de un bar, y de la vivienda superior, que poseía en Adrogué, en la provincia de Buenos Aires, para construir un edificio de unas diez alturas. En ese momento, denuncia, comenzó una sarta de irregularidades, corrupción y sobornos que afectó a jueces, fiscales, secretarios y abogados, contra los que llegó a presentar 120 denuncias en numerosos órganos judiciales y administrativos de todo el país. Entre ellos, por citar algunos, se encuentran la Suprema Corte de la Provincia, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Oficina Anticorrupción o el Defensor del Pueblo. Pese a ello, asegura que ningún juzgado argentino ha llegado a estudiar el caso a fondo y a emitir una sentencia firme, y que todas las instancias a las que ha apelado se derivan el asunto unas a otras con nulo resultado para él. «Me quedé sin juez», se lamenta. El proceso fue tan sangrante que, siempre según su versión, intentaron declararlo incapacitado mentalmente en cuatro ocasiones y él y su familia aún soportan amenazas. Denunció estos hechos ante los medios de comunicación nacionales e internacionales, con suerte desigual. Su peregrinar de juzgado en juzgado lo llevó en 1997 a intentar que su caso figurase en el Libro Guinness de los récords , pero la solicitud no fructificó, aunque le confirmaron que tenía diez récords mundiales, que ahora son once. De vuelta a España, busca editor para un libro que titulará El imperio de la corrupción , en el que explicará su caso con pelos y señales en 50 capítulos. Además, confía en que la justicia española retome el proceso amparándose en las supuestas violaciones constitucionales y de los derechos humanos que dice apreciar en todos estos avatares. No se amilana: busca un abogado experto en asuntos internacionales. Desde abril permanece en su pueblo natal dedicado al cuidado de la playa fluvial, y con perspectivas de una vida mejor que le hacen confiar en que su familia pueda abandonar Argentina. Sonríe cuando le hablan del cantor de tangos por excelencia, Carlos Gardel, y de otro de sus mitos, Eva Perón. Y también cuando recuerda que hace 47 años, cuando aún vivía en San Justo, una gitana le deseó que tuviera muchos juicios a lo largo de su vida, aunque los ganase.