Diario de León

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HAY QUE CUMPLIR por san Lorenzo con lo que manda la cultura bruta y rasa de esta tierra de sebes con paisanos detrás. Es «san Lorenzo Tornacarros». También el diez de agosto es para pasar noche rompiendo nuca por mirar a un cielo oscuro que cruzan chispas fugaces de estrella; y como al santo del día lo asaron en una parrilla, aquí el señor párroco arrima este ascua a su sardina y asegura que esas incandescencias despavoridas no son las lágrimas del mártir, sino pavesas ardiendo que saltaron de la hoguera de este patrono de mesones de carretera y asadores. Pero aquella noche se nubló y no hubo forma de guipar la bóveda celeste, como dicen los poetas del cielo. Hubo toldo de nube gorda y sopló esos días un viento otoñal que se enroscaba por la pata arriba metiendo la lujuria en el frigorífico. Sólo hay una cosa que pone de acuerdo a los recelados cazurros hasta rozar la unanimidad: si a mediados de agosto se le ocurre llover, todos sentencian lo mismo, «ya se jodió el verano». Mala memoria. De siempre fue esto de refrescar agosto el rostro, pero nos encanta el catastrofismo climático. Es que los cazurros propendéis a ser un poco cagasentencias y a morder con la boca cerrada, me dijo un día un obispo que ocupó este solio. No le caíamos bien y tenía razones; añades sotana a la cazurrería y... échale misa aparte. Así que no hubo san Lorenzo de estrellas. No quedaba más opción que el plan b, recurrir a la tradición bestia de algunos pueblos para no perder la magia y la risa de la noche, vigilia de «tornacarros», a voltearle el carro al renegadín, al atravesao y cascarrabias para que lo encuentren de mañanita con las ruedas mirando al cielo y rucando el viento como rueca de boñigas secas. Ahorquemos el tílburi del alcalde del chopo más alto. Pero no hay carros ni pueblo ni mozos y las comisiones son de rapazas. Hoy todo son toterrenos y tocarreras. Voltéaselos al vecino borde o al concejal del cazo y verás qué risa. Froilanín modificó costumbre adaptándose a los tiempos y les colocó una patata en el tubo de escape, pecado venial. Se les corta el pedo y no rulan. Esos coches se pasaron todo el miércoles en el taller, que ahora tienen aparatos sofisticados y escaners para detectar todo, menos patatas en el culo. Les endiñaron una factura de mucha castaña. Valió.

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