| Crónica | Viaje papal |
Juan Pablo II, un enfermo más
El Papa llegó ayer a Lourdes para rezar ante la virgen de Lourdes. Se trata de su segundo viaje a esta localidad tras 21 años sin ir
El Papa Juan Pablo II, visiblemente debilitado, llegó ayer a Lourdes para rezar como un peregrino enfermo más ante la Virgen de este santuario del sur de Francia en compañía de miles de devotos. «Soy un peregrino más ante la Virgen»: así se definió a sí mismo el Sumo Pontífice a su llegada a la gruta, donde según la tradición cristiana, la Virgen se apareció a una joven en 1858. A pesar de su frágil estado de salud, Juan Pablo II se arrodilló con gran dificultad en un reclinatorio situado a la entrada de la cueva y rezó durante algunos segundos, con los ojos visiblemente empañados en lágrimas por la emoción. El Papa, fervoroso devoto de la Virgen, ya había visitado Lourdes en 1983, pero 21 años después su segundo viaje a este santuario se ha convertido en la peregrinación de un anciano sufriente que busca consuelo a su dolor ante el altar de María. Aquejado por la enfermedad de Parkinson y una artrosis que le impide caminar, el Papa inició la oración del Angelus pero se vio incapaz de pronunciar su saludo a los enfermos, que finalmente fue leído por el cardenal francés Roger Etchegaray. «Quiero dirigirme a los enfermos que llegan cada día más numerosos a este santuario (...) Estoy con vosotros, soy un peregrino más ante la Virgen, comparto con vosotros un período vital marcado por el sufrimiento físico», admitió. A la entrada de la gruta, por la que pasan anualmente seis millones de personas, Juan Pablo II bebió varios sorbos del agua del manantial que brota del interior de la roca, a la que se atribuyen varias curaciones milagrosas. El Papa fue recibido a su entrada en Lourdes por una impresionante multitud procedente de numerosas partes del mundo que aguardó durante horas el paso del «papamóvil».