Diario de León

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VIERNES 13, gafura anglosajona, mal fario, se inician las Olimpiadas. Te vas a hartar. Los juegos vuelven al Olimpo y se cierra un círculo de dos mil ochocientos años, largo viaje para la única especie del planeta que hace deporte y lo convierte en competición. Para este viaje, piensa alguno, no necesitábamos alforjas, ni suspensorios para la huevera, ni dorsales. No hay en toda la Naturaleza un solo bicho que dé vueltas a una manzana o a una pista porque sí; valiente necedad y despilfarro de energía, piensa el pájaro o la gacela. Vuelve a Atenas, pues, la cultura del ocio convertido en competición y en músculo. Si ese deporte salió un día del Olimpo hecho divertimento, ahora vuelve convertido en una de las industrias que más factura en los paises del privilegio, vuelve hecho cultura de naciones ricas o de negros que sudan como negros para poder vivir un día como blancos. Mueve millones esta fe, montañas de oro ganso o de bronce consolador. Te esperan quince días de abuso televisivo y de portadas. Se atiborra la grada y el sofá. El hombre perdió su inocencia el día que convirtió el juego en deporte, el deporte en lucha, la lucha en vicio y el vicio en norma. Nadie se engañe: el deporte es violencia doble contra el cuerpo y contra el otro. El deporte es guerra y, como en toda guerra, hay trampas y una nobleza en entredicho. Ganar bien vale un dopaje. Con el triunfo de un maromo en calzones el dictador de cualquier estado tapa su despotismo; el pueblo traga y se lo cree. Estos deportes que dejaron de ser juego enseñan mala oreja y no me convencen. Los laureles me gustan más en las lentejas que en la cabeza de nadie. ¿Por qué hay que primar siempre el triunfo de uno, cuando el resto de los mortales andamos en la medianía o en la cola?... Recuerda aquella escena que siempre te evoco: Un padre con su hijo de seis años asisten embebidos a la retransmisión de una prueba atlética, la final de los cien metros lisos. El chaval está en su edad y en su lógica, en su juguete simple y fuera de juego, esto es, fuera de negocio. En determinado momento, pregunta por lo que está saliendo en la tele «papá, ¿y toda esa gente por qué corre?»... «pues porque al que llega primero le dan una medalla»; «ya -dijo el rapaz- y entonces ¿por qué corren todos los demás?»... Y nosotros ¿por qué miramos?...

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