El escenario del primer bautismo

Los antiguos escenarios de la Biblia salen a la luz y toman cuerpo. En esa creencia no exenta de grandes dosis de fe deposita toda su confianza el arqueológo británico Shimon Gibson, que presentó al mundo la que, según él, pudo haber sido la cueva en la que San Juan llevaba a cabo sus ritos bautismales. Según esta nueva revelación, pudo ser ahí y no en el río Jordán donde el Bautista practicó la purificación de Jesucristo. La cueva, situada en las sierras de la bíblica Judea, al sur de Jerusalén, mide 26 metros de largo por cuatro de ancho y tiene una altura media de cinco metros. Además, contiene una cisterna de agua en la que podían caber hasta treinta personas. Su localización coincide con la actual Kibbutz Tzuba, a sólo cuatro kilómetros de Ein Kerem, donde San Juan nació y vivió en sus primeros años. Los arqueólogos, que han trabajado durante cinco años en esta cueva construida por la mano del hombre, han podido desenterrar 250.000 fragmentos de vasijas de cerámica supuestamente empleadas para los bautismos. También han podido averiguar, gracias a los estudios geológicos, que el agujero fue cavado en la roca en la Edad del Hierro, entre los años 800 y 500 antes de Cristo, y se supone que fue una piscina de inmersión o mikve utilizada por religiosos judíos. El encalado de las paredes y de los escalones data de los siglos VIII y VII antes de Cristo. Pero uno de los hallazgos más representativos, según los arqueólogos, es la presencia de bajorrelieves de los siglos IV y V de la era cristiana en los que figura un hombre de gran melena sosteniendo un báculo, que recuerda la manera en que San Juan Bautista era representado en el arte bizantino. Esto parece confirmar que la gruta fue claramente un santuario para los fieles de Juan. «Ahora estoy seguro de que esta gruta estuvo vinculada al culto de Juan el Bautista. Es posible que sea la caverna de sus primeros años de vida, el lugar en el que buscaba la soledad y bautizaba», declaró al periódico The Times . En las paredes también aparecen imágenes de su cabeza decapitada, su mano y una cruz. El arqueólogo halló asimismo una piedra que pudo servir para el rito del lavado de pies, pues posee una hendidura en la que encaja un zapato de la talla 45. «Esto indica un ritual distinto de la normativa judía», destacó Gibson, aludiendo al hecho de que el lavado de pies forma parte del ceremonial cristiano pero no del hebreo. «En este lugar estaría el eslabón que conecta el bautismo judío y el cristiano», añadió. Expertos en estudios bíblicos han manifestado sus reservas sobre el hallazgo y se resguardan diciendo que no es concluyente. Especialmente después de que hace un par de años se descubriese un osario supuestamente perteneciente a un hermano de Jesús y cuya existencia se habría convertido en la primera referencia arqueológica de la existencia de Cristo. Pero su inscripción resultó ser un fraude.