Diario de León

Miles de personas continúan aún evacuadas y falta el agua potable en muchos barrios

La Habana trata de recuperar la normalidad tras el paso del huracán

Familias enteras han visto volar sus hogares y perdieron en ellos todas sus pertenencias

Un hombre pasa frente a una casa que perdió el techo durante el paso del huracán Charley

Un hombre pasa frente a una casa que perdió el techo durante el paso del huracán Charley

Publicado por
Natasha Vázquez - la habana
León

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A pesar de todas las adversidades ocasionadas por el huracán, Caridad Prieto no ha perdido el sentido del humor: «¿Usted conoce el cuento de Los tres cerditos? Así mismo nos pasó» -recuerda-. «El viento empezó a soplar muy fuerte y de pronto nuestro techo voló por los aires, salimos corriendo y pasamos para la casa del vecino. Minutos después ocurrió lo mismo y tuvimos que trasladarnos a la casa de la esquina, donde terminamos metidos en un closet 18 personas, incluidos cinco niños. Mi casa había resistido a muchos ciclones. Nunca pensé que podría ocurrir esto». La de Caridad es solamente una de las miles de familias que vieron destruirse sus hogares y perderse todas sus pertenencias en el más mortífero huracán que ha pasado por el occidente de Cuba desde 1915, el Charley. «Esto fue el acabose. Nunca había visto nada igual. Hasta el antiguo tanque de agua, que era casi el símbolo del pueblo, se cayó », afirma la octogenaria Eulalia Iglesias, de la localidad cubana de Bauta, situada en la provincia de La Habana. Las marcas dejadas por el huracán Charley aún están frescas para la familia de Estrella Cué y Raúl Arencibia. De su casa, modesta pero confortable, quedaron solamente las paredes, unas camas de hierro y poco más. El resto voló o fue aplastado por los escombros. «En otras ocasiones nos han evacuado, pero esta vez no fue así, no sé por qué. Tuvimos que salir todos en medio de la tormenta porque nos caía la casa encima. Ahora nos propusieron ir para un albergue, pero no queremos dejar lo poco que nos queda y nuestros animales». Espera para reconstruir Jorge Arencibia recorrió más de doscientos metros con su pequeña Adriana, de seis meses, en brazos en pleno centro del huracán, hasta poder llegar a la casa del vecino más próximo. «El viento me tumbaba, caían los árboles delante de nosotros. Yo caminaba pendiente, además, de mi mujer y mi otro hijo, de dos años y de otros familiares. Pensé que no lo lograríamos», recuerda ahora mientras mira compungido cómo quedó su casa. «Nos dijeron que nos darían los materiales para reconstruirla, pero que hay que esperar, que son muchos casos», afirma. Mientras tanto, un carretón de caballos le sirve a su familia de improvisado refugio. Otros muchos habitantes, como Juana Rodríguez, de la playa de Baracoa, se encuentran evacuados desde antes del paso del fenómeno meteorológico. «Cuando volví a mi casa no quedaba nada, todo estaba en ruinas. No pude recuperar ni siquiera una foto o un recuerdo -cuenta entre lágrimas-. Aquí en el albergue estamos bien atendidos, pero no hay nada como lo propio, mi hijita...»

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