Diario de León

El paisanaje

Manual para chorbos/as

Publicado por
Antonio Núñez
León

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HASTA ahora se iba al Ayuntamiento para pedir basicamente tres cosas: una licencia de obras (los ricos), el enganche del agua (la clase media) y una recomendación (los pobres). Algunos jubilados también le pedían la hora al alcalde aprovechando que ni los unos ni el otro tenían nada que hacer mientras tanto. Desde el jueves, sin embargo, también se puede solicitar en las dependencias municipales una obrilla titulada «Manual de lenguaje no sexista», que, como su propio nombre indica, trata de inculcar en la ciudadanía buenos modales para que se respeten mutuamente y entre sí desde alcaldes y alcaldesas y concejales y concejalas hasta policíos y policías y taxistos y taxistas, pasando por periodistos y periodistas que seguimos el tema y la temática. El manual en cuestión ha sido editado por la Concejalía de la Mujer -servidor se confundió el otro día y preguntó en el ventanillo del Concejalío del Varon, pero no existe- y ha costado una pasta gansa en pesetas o un dinero bobo en euros, más o menos mitad por mitad, dicho sea así para no cabrear a la concejala Teresa Gutiérrez, que es la que lo ha engendrado. Las posibilidades de tirar los impuestos ya sea por la borda o en plan borde son incalculables y todavía depararán no pocas sorpresas. Tampoco es algo nuevo. Hará unos ocho años -digamos por seguir el manual que otras tantas anualidades- cuando el Ayuntamiento compró a Caja España su actual sede de Ordoño II, hubo ya sus más y sus menos por una cuestión parecida: los mingitorios. El asunto parecía baladí, aunque al final tuvieron que tomar cartas en el asunto los sindicatos. Pasaba que en la Caja había más empleados que empleadas, al contrario que en el Ayuntamiento y hubo que equilibrar luego el número de cisternas para hacer aguas menores de pie y de la otra forma. El secretario municipal de la época, que se llamaba Tristán, acabó aburrido del tema, haciendo honor a su nombre, mandó equiparar la cuota de retretes al cincuenta por ciento y, lo mismo que Zapatero en La Moncloa, tiró de la cadena del Presupuesto. Agua pasada, en fin. No debe haber más problemas en el Ayuntamiento para que la clase política se dedique ahora a adivinar el sexo de las palabras, lo que puede complicar aún más la ya de por sí farragosa redacción de los decretos del alcalde. Hay fiebres y calenturas, como la de cierto feminismo mal entendido, que, una vez disparadas, no hay quien las rebaje. Y el virus debe estar bastante extendido, porque el mismo día que la concejala Gutiérrez estrenaba su opera prima contra el machismo en el Ayuntamiento, o sea el jueves, la revista Vogue , que tiene en común con el Play-Boy la delicada sutileza de los artículos de fondo, publicaba a toda plana un polémico reportaje con las ocho ministras del Gobierno Zapatero posando entre pieles y divanes a las puertas de La Moncloa. Según parece, para hacerse la foto precisaron posar durante ocho horas amen de contar con el correspondiente concurso de esteticistas, decoradores, manicuros, peluqueros, modistos y jefes de prensa. Se ve que el Gobierno, o por lo menos la mitad, tampoco tenía nada que hacer, como en el Ayuntamiento. El retrato en cuestión, que ha levantado una enorme polvareda en todos los sentidos, menos en el machista, claro está, ha sido muy criticado en los periódicos, aunque todos se han apresurado a reproducirlo. Y uno, que procura no ocultar su condición masculina ni piensa cambiarla -más que nada por si todavía le puede servir de algo al otro cincuenta por ciento de la población, aunque le parezca mentira a la concejala Gutiérrez- medita en el sosiego de agosto que no es para tanto. A fin de cuentas sólo se trata de un retrato horteraprogresista en una especie de escena del sofá que podríamos mejorar cualquier Tenorio de los de andar por casa a poco de que pudieran recostarse en él dieciseis ministras de veinte años en vez de ocho de cuarenta. En favor de la concejala leonesa Gutiérrez, lo mismo que en el de la subsecretaria berciana Amparo Valcárcel, hay que decir que ambas se han opuesto rotundamente a posar de tal guisa, criticando, de paso las posturas de sus compañeras socialistas del partido obrero español. Por lo menos en algo coincidimos. En cuanto al presidente Zapatero alegan sus ministras que él mismo observó las poses desde el balcón de La Moncloa y no le desagradaron. Coño, y al resto del país igual. Ahora se explica uno muchas cosas sobre el reparto paritario de cargos en las listas del PSOE con las paridas del Ayuntamiento de León y del Vogue . Ya sólo falta que el propio ZP aclare la última duda: ¿Qué fue antes, el huevo, con perdón, o la gallina? Jodó, macho, lo tienes crudo.

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