Diario de León

| Crónica | El cuerpo del «padre santo» |

Cien años después, sigue intacto

El cementerio de Foz, al norte de Portugal, se llena de devotos y curiosos para observar el fenómeno del cuerpo incorrupto del llamado «padre santo» fallecido hace más de un siglo

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efe | oporto

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El cementerio de la población portuguesa de Foz, en el norte, se llena en día de misa de devotos y curiosos para observar el fenómeno del cuerpo incorrupto del llamado «padre santo», un párroco de la localidad fallecido hace más de un siglo. José dos Santos Ferreira Moura fue el cura de Foz durante 14 años, pero un siglo después de su muerte, su mausoleo, en el cementerio de Foz, sigue siendo lugar de peregrinación. Los feligreses le llaman desde siempre «el padre santo» por su gran labor hacia los más desfavorecidos y ese sentimiento cobró fuerza en 1924, cuando se descubrió que el cuerpo del antiguo abad continuaba intacto 37 años después de su deceso. Todos los años, el cementerio de Foz es sitio de peregrinación el día de misa y el culto al abad Moura no decae. Son muchos los que visitan su mausoleo, en silencio, por fe o movidos por la curiosidad, porque en cualquier caso se trata de un «fenómeno» a los ojos de los mortales y hasta de la ciencia. En 1924 unas obras en el cementerio hicieron preciso abrir la tumba del padre Moura y algunos vecinos aprovecharon para forzar el féretro. Para unos el hallazgo fue motivo de sorpresa y para otros la confirmación de la fe: el cuerpo del abad permanecía incorrupto 37 años después de su sepelio. La noticia corrió por la localidad y la población pidió que el cuerpo fuese exhibido. La cofradía del Santísimo Sacramento, responsable del mantenimiento del mausoleo, se negó en principio, pero cinco meses después cedió ante las peticiones populares. El cuerpo fue examinado por dos médicos forenses para determinar por qué no se había descompuesto y en su informe puede leerse: «Las condiciones de exposición necesarias para la momificación no son permitidas por la naturaleza del terreno, ni por las condiciones de inhumación». El mismo documento añade: «Las conclusiones del examen llevan a los declarantes a afirmar que el fenómeno al que acaban de hacer referencia es poco común e insatisfactoriamente explicado con elementos científicos». La voluntad del pueblo se cumplió, se creo una comisión para recoger fondos y construir un mausoleo más suntuoso y con una capilla anexa. En junio de 1927, en el 40 aniversario de la muerte del abad Moura, el cuerpo, con nuevas y ricas vestimentas sacerdotales, fue expuesto en una urna de cristal y se organizaron romerías para observar el cadáver conservado. Pero la devoción al abad Moura comenzó antes de su muerte, casi cuando llegó, en 1837, a la iglesia de Sao Joao da Foz y se ganó rápidamente la simpatía de los vecinos, que en aquella época eran casi todos gentes de mar. Su acción social en favor de los pobres fue intensa y cuando murió, víctima de una doble neumonía, con apenas 48 años y unos 35 reales en el bolsillo.

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