Diario de León

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EL DEPORTE fue siempre una de las banderas exteriores de los regímenes socialistas totalitarios. Desintegrada la Europa del Este, aún queda China persistiendo. Pero ese deporte de élites y de triunfadores laureados (hoy aceituneros, pues les ponen coronas de rama de olivio), junto a toda su industria de fabuloso negocio que hace ricos o privilegiados a sus héroes y campeones, será quien vaya minando esos sistemas y países que están cansados de socializar la pobreza viendo cómo se forran los demás. El maoísmo que sigue estructurando lo chino será decididamente contaminado por el deporte entendido como espectáculo, como furiosa adversatividad y como negocio. En su pecado llevarán la penitencia estos chinos. Con algaradas multitudinarias en la plaza de Tiananmén no se consiguió nada; bien al contrario. Pero metiéndoles deporte occidental y hamburgueserías, se les acabará jodiendo el invento. Aquel libro rojo que enarbolaban las enardecidas masas será un fajo de dólares pasado mañana. Con este deporte de fulgor, individualista y de pasta larga les estamos poniendo una zorra a vigilar su gallinero (Franco murió en la cama y nadie le botó, pero el franquismo fue minándose cuando cruzaba los Pirineos el mundo de la libertad de la mano del demonio del turismo y de la carne en bikini). Porque el deporte entendido como negocio y no como juego, como competición y derrota aniquiladora, es lo más contrario a la solidaridad socialista. El objetivo del deporte es anular a los demás, al otro, a quien no se concede ni un diez por ciento del triunfo final ni se comparte con él la medalla ganada, pese a haber contribuído decisivamente a hacerla posible. El que pierde es nada, pues el deporte así entendido es una exacta maqueta del liberlismo feroz y del capitalismo guapo: el fuerte triunfa y el débil se va a la mierda, o sea, lo más opuesto a un régimen comunista y, a la postre, su perdición (el veneno del capital va en chándal). Ver tanto deporte nos gusta precisamente por eso, porque nos identifica con el vencedor, con el triunfo individual. Los chinos han mamado esa mentalidad y la aplicarán a este negocio. Sobrados de cantera -mil seiscientos millones son-, exportarán fichajes. Por de pronto, ¿qué país no tiene incluso entrenadores chinos en alguna modalidad?...

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