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Gente de aquí | Generosidad en San Miguel

Galletas para el Camino

Agapito Trigal reparte desde hace tres años un tentempié a los caminantes que pasan delante de su puerta. Admite que no es un entretenimiento: «Es por amor al peregrino»

Publicado por
María Eugenia Matesanz - león
León

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Inclemencias meteorológicas, frío, calor, cansancio, dolor de pies, caminos tortuosos... Estos son algunos de los inconvenientes con los que se encuentran los peregrinos. Pero de repente, a mitad de camino, reciben una ayuda transformada en galletas y cacahuetes, y si la época acompaña, también fruta. Agapito Trigal lleva tres años ayudando a los peregrinos que se dirigen hacia Santiago de Compostela y que pasan por delante de su puerta en San Miguel del Camino. Reconoce que no es un entretenimiento. «Lo hago por amor a los peregrinos», asegura. La ayuda que reciben de este jubilado de Unión Fenosa no sólo se reduce a una cesta de dos kilos de galletas, si no que también acaba convirtiéndose en una larga charla en la que unos y otros se cuentan las vivencias ocurridas en su largo trayecto hasta su meta. «A los peregrinos les gusta mucho hablar con la gente que se encuentra en el camino y agradecen mucho el gesto de ofrecerles una triste galleta», reconoció. La idea surgió porque Trigal lleva toda la vida viviendo en un casa junto al Camino de Santiago. «Me he criado aquí y ahora quiero dedicarme a los peregrinos que pasan por mi puerta y solicitan mi ayuda, reconozco su indudable fuerza de voluntad y, además, cada uno es un mundo», admitió. La ayuda altruista de este hombre no es recompensada económicamente, pero sí a nivel personal. «Yo no vivo de los peregrinos, a diferencia de los hosteleros que sí lo hacen. Simplemente dedico unos 100 euros mensuales para comprar las galletas que luego les doy. Esto no supone arruinarme. Al contrario, recibo de ellos una gran satisfacción personal», precisó. Regalos y llamadas Los peregrinos le suelen llamar por teléfono cuando llegan a Santiago para contar cómo les ha ido. Además, en ocasiones mantienen el contacto y le mandan regalos. «Hace poco tiempo, una mexicana me envió como agradecimiento un disco y una carta enternecedora», contó emocionado. Con estos recuerdos ha escrito un libro. Los peregrinos llegan a su puerta exhaustos, rendidos y machacados por el último tramo recorrido, el que atraviesa desde La Virgen del Camino hasta San Miguel del Camino. Un tramo que, según los propios caminantes, está mal señalizado, con hierbas muy altas que hieren sus piernas, estrecheces y piedras. «Esto podría solucionarse con una simple segadora que amplíe ese tramo», precisa Trigal. Mientras se busca una solución a esas quejas, este jubilado solidario permanecerá ayudando a todo aquel peregrino que pase por su puerta en busca de unas simples galletas o quizá de una conversación que le sirva para desahogarse del largo camino hasta Santiago.

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