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MOSCÚ bien vale una misa... de funeral y tres albercas repletas de sangre. Aniquiladlos, fue la orden política; y el peaje pagado fue una pirámide de muertos inocentes, un cráter de horror químicamente puro. Tranquilos, son niños e irán directos al cielo; que venga el pope con la escobilla del agua bendita y certifique la gloria para estos angelicos que Dios perdona. Entonces, una madre se cagó en ese Dios y en ese Putin de ninguna lágrima, desgarró el grito y lo clavó en cielo, en el tablón de anuncios, ruegos y apostasías. Renegó. Esa madre está hueca de sentido y de existencia, vaciada. Otra madre, llorando chechenamente a decenas de kilómetros, se ha secado sus lágrimas con el delantal por la hija que se embutió de trilita; esa madre recuenta los muertos inocentes de esta última salvajada, los echa en el platillo de la balanza y... no le salen las cuentas; sus muertos a mano rusa y bestia son cien mil, escombro de una guerra que no concluye. Aún hay que saldar, piensa. Y una tercera madre, que vive cerca de tu casa meciendo una jubilación que no la jubila, ha ido colocando en su cara todas las expresiones del espanto mientras veía en la tele la cuota del terror y de la muerte sembrada en camillas... sin entender nada, ahogándosele el alma en la garganta ante ese niño desnudo y despavorido, un niño universal, un niño de todos, una esperanza envenenada desde ahora por el pájaro de la ira que hará nido en su cabeza. Esa madre de aquí y todas las madres de cualquier sitio dicen que la locura se ha empadronado entre nosotros, que el mundo se ha vuelto del revés, que esto no puede entenderse ni recibirse. Entonces, le ponen de segundo plato en el telediario la cabeza de un italiano degollado y el pescuezo de dos periodistas franceses presto al filo del alfanje. Nos hemos vuelto locos, ¿a dónde vamos?... Para atrás, hija, patrás, a lo visto y padecido y escrito ya en los siglos, le dijo a esa madre de aquí una amiga que pasa algunas tardes con ella en auxilio mutuo de soledades. ¿Periodistas y occidentales secuestrados por sarracenos o fundamentalistas?... los hubo de siempre. Existió un famoso «periodista» español secuestrado ya en Argel y hubo de pagarse rescate alto por él. Cervantes creo que se apellidaba. Por estos franceses también pagarán. ¿Por qué olvidamos que la guerra y el terror son un negocio?...