Diario de León

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QUISIMOS MIRARLE los dientes a la burra que nos vendieron y enchufamos la tele para ver cómo lucía una ciudad estirada en polígonos, solares y baldíos, una ciudad que pagó unos cientos de millones por salir en el retrato creyendo que una cámara te consagra en el glamour urbano y te da cuartos hosteleros. Pon la Vuelta, tú, que pasa por tu casa. Y pegamos el morro a la pantalla. Tardó mi compañero en respingarse unos diez segundos, botó de la butaca y comenzó en sottovoce unos juramentos que acabaron en allegro vivace y stacatto. Pero ¿qué León están mostrando?, ¿has visto?, ¿tú ves?... Y se puso indignado a comentar lo que estaba escupiendo el aparato, ese trayecto, esa ciudad de polígono con urbanismo pedorro y macizote, los arrabales de solar, trampa y cuneta guarra, las calles de pueblón capitalino o de pueblín grapado cuando cruzaban los pedalistas San Andrés, las rastrojeras de cardo y zanjón que adornan Montejos y su circusntancia, ese aberrante barullo en el que se confunden naves, tallerines, chalets y solares, chatarras y laberinto vial que se disemina por La Virgen y Trobajo, ese agostamiento de vegetaciones y parcelas, ese caos de letrerones, cables, grúas y publicidades, ese arrabal de ciudad que podía ser León, Ciudad Real o Albacete, urbanismo modorro que en nada identifica una ciudad de monumentalidad resuelta por los retratistas de la tele con una urgida colección de postales de la consabida catedral y basílica... Pero ¿qué van a pensar de nosotros por ahí viendo la ciudad que están viendo?... No había forma de consolarle o aplacar su furia. Quien eligió este circuito para la etapa leonesa es cabestro o es político untador arrimando ascua al voto sardinero y modificando el primer trazado, insistía. ¿Para esto pagamos cuatrocientos millones de pesetas teniendo que soportar cien colapsos y un engorro morrocotudo? Además, se han gastado más cuartos en levantar bandas y badenes de disuasión de velocidad para que a los ciclistas no les bote el culo (San Andrés estaba sembrado de ellas); y ahora tendrán que gastarse otra pasta larga para restituirlas. Han hecho un pan como unas hostias, me parece a mí. Pero, tranquilo, que ya no digo más. Se acabó la turra. Confío en que la baja audiencia haga menor el delito. Así que apaga la tele, que me sulfuro. Hemos salido... tal cual.

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