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Gente de aquí y de allá | Atado a la pata del tablero

Con él llegó el disparate

Su atractivo radica en su lápiz, su trabajo es el de un padre de un puñado de hijos de variadas y disparatadas personalidades, su tarea es hacer reír al personal. Su nombre, Francisco Ibáñez.

Publicado por
Ana Puente - león
León

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El brillo de ojos de este niño de más 60 es exactamente el mismo que el de su personaje Mortadelo cuando, en cuestión de segundos y como por arte de magia, se transforma en otra persona ayudado por sus magistrales disfraces. «Del niño que publicó su primer dibujo a los 7 años prácticamente todo se fue, pero algo debe quedar cuando llevo tantos años imaginando historias para Mortadelo y Filemón», espeta con una amplia sonrisa y con la labia de quien se sabe un buen guionista, aunque no tanto dibujante. Francisco Ibáñez, antes de convertirse en el padre de las dos criaturas más adoradas del cómic en nuestro país, dedicó muchas horas de su vida a los saldos, los débitos y los créditos, aunque su desbordante pasión por el cómic se le escapaba del bolígrafo que empleaba para firmar préstamos: «De mi paso por el banco sólo me queda un hombro más alto que otro, recibí demasiados golpecitos: «Pero Ibáñez, ¿otra vez con los dibujos?». Y desde que, allá por 1958, apareció la primera historia de los dos agentes secretos más famosos del cómic, sus vidas han cambiado mucho: «Se metieron a agentes de la TIA, aparecieron nuevos personajes, introdujimos temas de actualidad en cada historia...», pero el interés por las peripecias del sorprendente Mortadelo y de su paciente compañero Filemón, se mantiene vivo en muchos niños, jóvenes y adultos que siguen sus vivencias con absoluta devoción: «Hemos acertado porque a la gente le gusta, es como coger un tomate fresco y comérselo con toda la riqueza». No le molesta a este barcelonés que la gente le conozca principalmente por Mortadelo y Filemón, porque «tenemos otros muchos personajes, aunque ahora mismo estén un poco de lado», y sorprende el vitalismo con el que se plantea el futuro: «Si en algún momento recibo cartas de alquien que se queja de lo plomazo que son Mortadelo y Filemón, lo dejaré todo para empezar con Gotera y Otilio, con mi querido Rompetechos o con cualquier otro». ¿Y qué pasará cuando Francisco Ibáñez ya no pueda continuar enredando la vida de cualquiera de sus personajes? ¿Qué hará Mortadelo con todos los disfraces que aún guarda o quién probará los disparatados inventos del profesor Bacterio? «Cuando yo muera, la viuda a la hoguera» no forma parte de la filosofía de Ibáñez, así que el que decida continuar la saga, buen dibujante, pero sobre todo buen guionista, contará con la bendición de este maestro del cómic que ayer dejó en León simpatía y cariño a partes iguales.

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