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EL VIAJE anual de un presidente del Gobierno español a la Asamblea de las Naciones Unidas es siempre noticia, porque significa un repaso a la política exterior española. Por eso, este año la expectación ante el viaje de José Luis Rodríguez Zapatero a Nueva York es especialmente grande. Primero, porque es la primera vez que visita Estados Unidos desde que asumió el poder. Segundo, por la especial relación (mala relación, claro) con la Administración Bush. Tercero, por saber cuáles serán los interlocutores bilaterales de ZP en una ocasión en la que jefes de Estado y de Gobierno pululan con profusión por la sede de la ONU; una oportunidad única en el año para despachar con dirigentes a quienes no se conoce o con quienes existen asuntos pendientes. De momento, aseguran que la agenda de ZP no está cerrada, por lo que resulta muy difícil saber la lista de todos sus interlocutores, aunque algunos de ellos sí se conocen ya, por cuanto aprovechará para impulsar el quinteto contra el hambre y la pobreza, una iniciativa del brasileño Lula en la que participan también España, Chile, Francia (asistirá Chirac) y el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan. Pero donde Zapatero quiere poner el acento es en el propio discurso ante la Asamblea general, porque hablará en cuanto representante del país que ostenta la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad. Desde el atril, ZP propondrá algunas medidas -susceptibles de ser sometidas a consenso- para modificar el funcionamiento del Consejo, entre ellas aumentar el número de miembros y regular de forma distinta el derecho de veto. Probablemente este viaje sea el más importante de los que Zapatero haya realizado en cuanto que presidente del Gobierno de España, un país al que desde los Estados Unidos de Bush se ve con recelo y como en una encrucijada, pero que intenta reforzar sus lazos con el entorno natural europeo. Desde luego, parece altamente improbable un encuentro con Bush en esta ocasión, aunque algunas fuentes aseguren que, en su presentación de cartas credenciales al presidente americano, el nuevo embajador español, Carlos Westendorph, le transmitió que a Zapatero le gustaría mantener un encuentro con él. Las cosas, dicen en Washington, no están suficientemente maduras.