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Las autoridades temen la aparición de epidemias debido a la descomposición de los cuerpos

El Gobierno de Haití cifra en 1.600 las víctimas entre muertos y desaparecidos

Los grupos humanitarios que trabajan en la zona tienen problemas de comunicación

Un cooperante mira los cuerpos sin vida que se van hacinando en los caminos de Gonaives

Publicado por
Milagros López de Guereño - la habana
León

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A Haití le viene como anillo al dedo el antiguo refrán de que «a perro flaco todo son pulgas». Malos gobiernos, levantamientos armados, violencia callejera y desastres naturales son casi la norma en el país más pobre del continente americano y uno de los más pobres del mundo. Ahora, autoridades y habitantes se enfrentan al peligro de epidemias por la falta de agua, medicinas y medidas higiénicas para enfrentarse a la descomposición de miles de cadáveres de seres humanos y animales enterrados en el lodo a consecuencia de las inundaciones de la tormenta tropical Jeanne . El diluvio del fin de semana pasado anegó carreteras y campos, hundió y destruyó 4.000 casas, en otras el agua llegaba casi a los tejados, único refugio de miles de damnificados, algunos de ellos debieron esperar más de dos días a ser rescatados o a que las aguas fueran bajando de nivel. La furia del fenómeno natural se sintió con mucha mayor fuerza en Gonaives. En esta ciudad del norte del país vivían la mayoría de los muertos, que junto a los desaparecidos superarían los 1.600. El primer ministro Gerard Latortue confirmó que 600 cadáveres habían sido identificados y que unas 1.000 personas permanecen desaparecidas. Desvaneciendo muchas esperanzas, lanzó un terrible augurio: «la mayoría de los desaparecidos pueden ser considerados muertos». El jefe del gobierno precisó, igualmente, la existencia de 384 heridos, unos 160.000 damnificados y 4.000 viviendas destruidas. Más víctimas «Ya han sido identificados 600 muertos. Hay un riesgo fuerte de epidemia a causa de los cadáveres. No hay electricidad, las morgues no funcionan, el agua lo inunda todo», dijo Latortue. Otras organizaciones de ayuda humanitaria pronostican que la cifra de víctimas fatales aumentará conforme se vayan retirando las aguas, que todavía cubren muchos lugares donde los cuerpos de socorro no han podido entrar y por cadáveres que el mar vaya devolviendo a las costas. La Cruz Roja y la Misión de Naciones Unidas en Haití cifraron al menos 709 muertos, 600 de ellos en Gonaives, la ciudad situada en la costa norte del país, a unos 180 kilómetros de la capital, Puerto Príncipe y es todavía inaccesible. «Aún no podemos entrar para poder ayudar a la población», explicó el primer ministro después de sobrevolarla en helicóptero. La tragedia es de tal magnitud que Latortue pidió la ayuda de la comunidad internacional. «Haití no puede salir solo de un desastre como éste», insistió. Y lo peor todavía no ha pasado, porque hay un nuevo meteoro formándose en el Atlántico que amenaza a Haití y podría llegar en los próximos días. El primer ministro se lamentaba: «Dios nos proteja. Si una desgracia así debe sucedernos de nuevo, no sé que pasaría con la República de Haití». «Vengo de la ciudad de Gonaives que sigue siendo inaccesible. No conseguimos penetrar en la ciudad para poder dar ayuda»- afirmaba ayer por la mañana el primer ministro haitiano, Gérard Latortue. Cinco días después del paso del ciclón Jeanne por Haití, que dejó más de 700 muertos, más de mil desaparecidos y unos 250.000 damnificados, las autoridades encuentran problemas para llevar la ayuda a los afectados. Los grupos que trabajan en la zona, que sigue parcialmente inundada, tienen problemas de comunicación y coordinación para hacer llegar la ayuda.

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