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Más de cien años de ilusión

El alcalde de León, Francisco Fernández, felicitando al homenajeado

Publicado por
Lola de León - leon@diariodeleon.com
León

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Tras dos guerras mundiales y una guerra civil, el leonés de los tres siglos, Miguel Suárez Oreja, celebró en la que es ya su casa desde hace ocho años, la residencia de mayores «Virgen del Camino» situada en el barrio de San Mamés, su 105 cumpleaños junto a familiares, amigos y autoridades civiles. En un excelente estado de salud que tan sólo se ve disminuido por una ligera sordera propia de la edad, Miguel disfrutó del homenaje que estuvo amenizado con bailes y música que corrieron a cargo del grupo de danza y teatro Arpegio. Al acontecimiento también acudieron Gema Cabezas, concejala de Bienestar Social y el alcalde de León Francisco Fernández, quien aseguró «es díficil no destacar algo de Miguel, pero yo diría que lo más destacable es la ilusión que trasmite a los demás. Es un hombre muy vivo, con mucha experiencia que transmite ganas de vivir». Nacido en el municipio de Carmenes «El abuelo de León», como algunos le conocen, fue un adelantado de su tiempo, pues aunque fue testigo de tres guerras desertó del servicio militar. Su vida, cargada de anecdotas, transcurrió entre España y México lugar al que se traslado en 1920, siendo profesor en León, y donde tuvo varios negocios con los que intentó recaudar dinero para ayudar a su familia y «disfrutó como el que más» recorriendo buena parte de la zona. Aunque nunca se casó asegura que tuvo muchas novias durante su larga vida. Regalos hubo muchos pero los más significativos fueron quizás los que recibió por parte del Ayuntamiento, dos réplicas, una de la Colegiata y otra del gallo de San Isidoro. Samuel Rubio, director del Festival Internacional de Órgano y leonés del año, aseguró en unas palabras dedicadas al homenajeado, que «Miguel nos está dando una lección de vida». La vida del «abuelo» en la residencia discurre tranquila, cumpliendo cada mañana el ritual de saludar uno a uno a todos sus compañeros y «regalarles dos besos» a cada una de sus compañeras. Los que le conocen por cohabitar junto a el centro de mayores, afirman con cariño que no sólo es conocido por su simpatía, que no parece haberse deteriorado con los años, más bien al contrario, sino que es uno de los residentes más participativos en las actividades que se desarrollan en la residencia. Como aficiones destacan las de dibujar, moldear el barro, realizar pequeñas obras de teatro y ejercer de sacristán en la misa de los domingos. Los secretos de su longevidad: no beber alcohol, tener una vida sana y comer de todo y seguir un camino recto en la vida siendo honrado e intentando tener una vida lo más feliz posible.

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