Diario de León

A LA ÚLTIMA

Gaita, sardana y jota

Publicado por
ANTONIO PÉREZ HENARES
León

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UNO entiende y quiere a España en su diversidad de lenguas, de costumbres, de culturas de lo que se diferencia de los nacionalistas y de los secesionistas es de su pretensión es su pretensión, con el pretexto de que tienen un sentimiento identidad enfrentarlo y enemistarlo con el resto y hacer de lo demás el agravio, el enemigo, el combate feroz del nosotros y ellos. Eso es, primero, una canallada por lo que significa de azuzar el enfrentamiento entre las gentes por etnias, lenguas, religiones o banderas y en segundo lugar una postura de auténticos paletos en estos momentos de las historia del mundo. Y me gustaría quedarme tan sólo en la ironía sobre el sino fuera porque el ridículo puede acabar y de hecho acaba en no pocas ocasiones en drama. Los nacionalismos radicales tienen su esencial punto de partida en la confrontación y exclusión del otro como elemento previo de autoafirmación. Un nacionalismo centralista, mal llamado «españolista», pretendería así la imposición de unas señas de identidad determinadas como la comunes y el arrinconamiento de aquello que es diferente y plural. Eso fue la esencia del franquismo. Los nacionalismos periféricos que ahora estamos sufriendo pretenden exactamente lo mismo pero en sentido inverso. Extirpar aquello que no consideran autóctono, utilizar la lengua y la cultura y si es necesario falsificar la historia para crear al enemigo y reafirmar la seña de identidad precisamente en esa enemistad. Quizá para que mejor lo comprendamos los unos pretenderían convertir, por ejemplo, al cante y baile andaluz en la esencia exclusiva de España y al castellano no ya en idioma hegemónico, que lo es por implantación en todo el Estado y en el mundo, sino exclusivo y excluyente de los otros. Los nacionalismo periféricos pretenden ahora exactamente lo contrario: extirpar el castellano y convertir a sus señas de identidad en excluyentes y confrontadas a las otras. Eso es lo que la guerra de banderas en Cataluña lleva en las tripas. Y lo que hay que tener claro, aunque algunos les traiga por mal traer es que tan españolas son la sardana como el fandango, la gaita celta como la jota.

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