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El botijo viaja al espacio

El mismo fenómeno que hace tan eficaz al racial botijo español en medio de la canícula sirve ahora para enfriar en la Estación Espacial Internacional

Un ferroviario bebe de un botijo durante un viaje en tren

Publicado por
Arantza Prádanos - madrid
León

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Automóviles, menaje de cocina, ropa, telecomunicaciones, prótesis deportivas de última generación para los paralímpicos de Atenas... La lista de aplicaciones cotidianas de la tecnología diseñada primero con la vista puesta en el espacio exterior es interminable. Ahora suma nuevas utilidades en el campo de la cosmética. La Agencia Espacial Europea (ESA) da cuenta ahora de un nuevo ejemplo de trasvase tecnológico desde la investigación de vanguardia a uno de los hábitos más ancestrales del ser humano: el cuidado corporal. Dicho de otro modo, se empieza simulando técnicas de refrigeración para el cohete-lanzadera europeo, el Ariane, y se acaba como reclamo de un sofisticado tarro de crema facial. Porque de frío se trata. «Hemos conseguido desarrollar un sistema de enfriamiento acelerado sin necesidad de suministro energético, que refrigera 70 veces más rápido que un frigorífico normal», asegura Fadi Khairallah, fundador de Thermagen, la compañía francesa responsable del invento. Para controlar el proceso, usan el mismo código de simulación avanzada utilizado en los motores del Ariane, agrega. Thermagen accedió a la innovación espacial a través del Programa de Transferencia Tecnológica de la ESA, que le permitió modular la compleja reacción física gestada dentro del sistema de autorrefrigeración de la lanzadera y adecuarlo para un propósito general. Al combinar ambos factores _la física básica y la innovación espacial_ mejora la fiabilidad y el control de un proceso «que permite hacer caer la temperatura 20 grados centígrados en pocos minutos», recalca Khairallah. Son los adelantos de la conquista espacial los que marcan la diferencia, porque el principio físico que rige este adelanto está lejos de ser un misterio. Consiste en inducir la evaporación hídrica para absorber la energía calorífica del producto, «y así enfriarlo con gran celeridad cuando haga falta». Desde hace siglos Se trata, en realidad, del mismo fenómeno que, no con menos ciencia, hace tan eficaz al racial botijo español en medio de la canícula o a los odres de piel animal utilizados desde hace siglos para refrescar líquidos por medio de la evaporación. Y, en último término, reproduce el modo en que el cuerpo humano regula su temperatura a través del sudor. La vieja-nueva técnica aprovechada por Thermagen estaba reconocida desde los años 30 como Sorption cooling , pero nunca -dice Khairallah- «había salido de los laboratorios para su uso en envasado individual». El invento demostró su eficacia sobre el terreno en enero de l2003, durante el rally París-Dakar. Entonces la empresa surtió de autorrefrigeradores de bebidas al equipo deportivo Pescarolo. Los envases, semejantes a una lata de refresco extralarga, evaporaban un centilitro de agua en vacío gracias a un material cerámico especial y, de paso, enfriaban 15 grados la temperatura del líquido. Ahora el mismo principio, el del botijo, que por cierto, tiene fórmula física, sirve de gancho comercial a una exclusiva crema facial «en frío» presentada esta semana en París, que promete devolver la lozanía pasada gracias a la tecnología del futuro.

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