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ENTRE nosotros es muy frecuente la irrupción del periodista en el mundo de la biografía política. Suelen ser trabajos por encargo o empeños guiados por necesidades nutricias. También abunda la aproximación de urgencia al personaje recental en la política o al que alcanza notoriedad en el mundo del cine o la farándula. Lo que no es tan frecuente es la aparición de libros bien hechos cargados de información nueva acerca de personajes conocidos. Cuando aparecen se convierten en excepción y pasan directamente del escaparate de la librería a la crónica política. Es el caso del que lleva por título el que encabeza esta columna, Ciudadano Zapatero escrito por Luis R. Aizpeolea. Dedicado a reconstruir los últimos años de vida y acción política de quien hoy ocupa la presidencia del Gobierno, Aizpeolea ha conseguido un relato de un valor informativo extraordinario. No es una biografía de José Luis Rodríguez Zapatero, ni un ensayo en el que se recogen y analizan las ideas políticas del dirigente socialista, pero tiene algo de estos dos géneros. El libro es una documentada y lúcida lección de anatomía sobre el nuevo poder socialista en España. Un formidable «quién es quién» en la pirámide política nacida de las urnas del pasado 14 de marzo. El «ciudadano Zapatero» que emerge del libro de Aizpeolea es un idealista que sueña con la desaparición de los problemas del mundo, pero que organiza fríamente la realidad. Nada es sólo lo que parece y, según se cuenta en el libro, la apuesta por una imagen de gobernante de gestos cálidos, aires adolescentes y vocabulario corriente, tiene detrás muchas horas de rumia en la parte más sorda de la brega parlamentaria. La palabra que mejor podría definir este libro -cuya lectura recomiendo a quienes gustan de conocer las claves de la política- podría ser: amenidad. No es fácil construir un relato de lectura apetecible alrededor de unos cientos de nombres que tras transitar por el BOE y los telediarios han pasado a formar parte de esas otras vidas que, colateralmente, forman parte de la nuestra. A la manera de esos orfebres que nos sorprenden por su capacidad para meter tantas piezas en las cajas -siempre pequeñas- de los relojes, Aizpeolea lo ha conseguido. Con un mérito añadido: ha guardado la obligada distancia periodística y no se ha dejado atrapar por el encanto de ZP. Un buen libro.

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