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León

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EL CONGRESO ha aprobado una proposición no de ley instando al Gobierno a dispensar gratuitamente la píldora del día siguiente. En Cataluña, ya es así. En Andalucía, Baleares, Navarra o Extremadura se dispensa en la sanidad pública, incluso a menores, aunque no es gratuita. La Consejería de Sanidad de Madrid ha dicho que la dispensará si la financia Sanidad. Incluso alguna persona habitualmente sensata, como Cristina Alberdi, ha dicho que tal vez ese sea el mejor método anticonceptivo para los jóvenes de hoy. Las tertulias permiten opinar sobre todo aunque sea desde la ignorancia. «Las urgencias de los hospitales los fines de semana, a las 5 de la madrugada parecen una feria», ha dicho el jefe de Obstetricia y Ginecología del Hospital sevillano Virgen del Rocío. Una feria de muchachas jóvenes, incluso adolescentes de 13 y 14 años, en busca de un método que no es anticonceptivo, sino abortivo y que tiene efectos secundarios. El 95 por ciento de las razones que dan es que ha fallado el preservativo. O no son tan seguros o ellas mienten. Los médicos dicen que la utilización de esta píldora es peligrosa si no se hace bajo riguroso control médico y mucho más si se utiliza de forma repetida. La ministra de Sanidad ha dicho que faltan estudios sobre su eficacia y que no desearía «crear la idea de que desde el Ministerio se quiere incentivar su uso; antes bien al contrario». La Confederación Estatal de Sindicatos Médicos ha advertido que no admitirán presiones para dar la píldora postcoital. Hace treinta años, los españoles teníamos una carencia de educación sexual y un acceso difícil a los anticonceptivos. Hoy los anticonceptivos se compran en el súper, pero seguimos sin una correcta educación sexual. Muchos critican la moral católica en este aspecto, pero, al final, parece que todos aceptan que el fin justifica los medios, aunque éstos sean peligrosos y aunque sean menores de edad las que los utilicen. La educación sexual nos importa un comino. Es más fácil repartir preservativos o píldoras que enseñar a los adolescentes a ser responsables. El inicio cada vez más temprano en el sexo, el vale todo si da placer y la banalización de las relaciones sexuales, como denota la petición del Congreso, no solucionan el problema, sino que crean otros más importantes. Pero, eso sí, permiten que miremos hacia otro lado.