La lucha contra los incendios forestales

El fuego es uno de los factores que modelan el paisaje, existe desde mucho antes de la presencia del ser humano y su uso está arraigado en muchas culturas, entre ellas la nuestra, que desde hace miles de años queman matorrales y bosques para obtener pastizales para el ganado. En Castilla y León, los incendios forestales se repiten año tras año y, aunque la mayor parte de ellos constituyen un problema que se localiza en el medio rural sus consecuencias se extienden a toda la Comunidad porque tienen efectos sobre las condiciones climatológicas, la erosión y, en definitiva, sobre la calidad de vida de las personas y la protección del medio ambiente. Según los datos que maneja la Consejería de Medio Ambiente, la media de los últimos quince años se sitúa en 1.900 incendios anuales en los que se queman unas 30.000 hectáreas forestales y 6.000 arboladas. Aunque pueda parecer que los incendios se centran principalmente en el arco mediterráneo, lo cierto es que están presentes en todos los países. Las estadísticas reflejan que en Portugal se quema aproximadamente lo mismo que en España, a pesar de tener el 20% de su superficie; en Francia, se producen 10.000 incendios y arden 30.000 hectáreas arboladas, y en Italia, las cifras son similares a las españolas en función de su superficie. Lejos de Europa, las cantidades se disparan. Así, en EEUU, la media anual es de 75.000 incendios y 2 millones de hectáreas quemadas; en Canadá, en 10.000 incendios arden 3 millones de hectáreas, mientras que en Rusia y Australia, las hectáreas quemadas alcanzan los 20 y 60 millones, respectivamente. En resumen, en todo el planeta se calcinan anualmente 350 millones de hectáreas, la mitad de las cuales pertenecen al África subsahariana (170 millones). Manejo del paisaje Aunque siempre habrá incendios, desde la Consejería de Medio Ambiente se trabaja para evitar que sean los mínimos y queden en conatos. Las estadísticas de los últimos quince años reflejan que el 75% se deben a causas agroganaderas, el 13,2% a accidentes (ferrocarril, cosechadoras, vertederos), el 6,7% a rayos, el 3,4% a pirómanos y el 1,7% restante a la caza. Para minimizar estas cifras, además de destinar buena parte de su presupuesto a las tareas de prevención y extinción, también se incide en la concienciación social, la investigación de causas y la posible sanción. Por eso confían en que la implantación de una nueva cultura forestal, especialmente en las zonas más afectadas, que haga ver a los ciudadanos que el monte es una fuente de riqueza y de creación de puestos de trabajo, lleve consigo la reducción de este tipo de siniestros. Castilla y León, como otras muchas regiones de España, está sufriendo la despoblación del medio rural (que lleva consigo la disminución de la cabaña ganadera y la extracción de leña) con el consiguiente aumento de combustible en los montes y la propagación de los incendios. Según afirman los expertos de la citada Consejería, aunque los ecosistemas tienen mecanismos de regeneración y los huecos que se producen después de los incendios se van ocupando progresivamente, lo que sí puede hacer el hombre es intervenir en esa regeneración. Además, insisten en que la especie forestal no influye en la propagación del incendio, pero sí la estructura forestal por lo que es fundamental contar con un operativo que no sea muy costoso, que permita «manejar el paisaje» y poner en valor los bosques. En definitiva, una gestión que suponga intervenir en la vegetación del suelo y en las copas, para evitar la expansión horizontal y vertical del fuego. «Desbroces, clareos y fajas auxiliares aumentan las seguridad de los montes»