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La materia prima incautada hubiera alcanzado un valor de 3 millones de euros

La Guardia Civil interviene 33 toneladas de la madera de un árbol en extinción

La materia prima se vendía ilegalmente para fabricar instrumentos musicales

Un guardia civil inspecciona la madera incautada en la operación Palo

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a.p. | madrid
León

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La Guardia Civil ha intervenido más de 33 toneladas de madera de una especie de extinción, concretamente de mil árboles de Palonsanto de Río. Los agentes han detenido a unas seis personas que se dedicaban a la comercialización de instrumentos musicales fabricados con la madera del árbol cuya supervivencia está amenazada. Según fuentes del instituto armado, la materia prima incautada hubiera alcanzado en el mercado un valor superior a los 3 millones de euros. La actuación de la Guardia Civil se inscribe dentro de la operación Palo, que se ha desplegado en las provincias de Madrid, Cuenca, Granada y Valencia, donde los agentes hicieron inspecciones en más de 21 empresas y establecimientos de fabricación y venta de instrumentos musicales. El comercio de madera de Palo de Río, que crece en el Amazonas, está prohibido desde 1992, cuando esta especie fue catalogada como especie amenazada. Sin embargo, esta materia prima es muy apreciada por los constructores de instrumentos musicales de cuerda, alguno de los cuales la siguen empleando, a pesar de que el árbol del que procede está protegido. De acuerdo con la comandancia de la Guardia Civil de Madrid, los efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) intervinieron cuando apreciaron desajustes contables entre la madera que manifestaron poseer y comercializar algunas empresas y las que realmente eran declaradas en los almacenes. Por todo ello, en diciembre del 2002 se abrió una investigación para dar con el paradero de los responsables del contrabando en España. En el extranjero La madera, procedente de Brasil, llegaba a tres empresas de manufacturas madereras, que la distribuían entre sus clientes, que estaban afincados en Madrid, Cuenca, Granada y Valencia, y en otros países como Estados Unidos, Alemania, Japón o Canadá. Dichos empresarios ofertaban la madera a un precio inferior al del mercado, siempre que el comprador no solicitara la documentación que exige mostrar el convenio de especies amenazadas de flora y fauna silvestre (Cites). Los responsables de la trama expedían facturas a sus clientes en la que denominaban la madera del Palo de Río con nombres como Pitomba, Caviuna, Jacaranda, perteneciente a especies que no requieren de permisos especiales por estar garantizada su existencia a la largo plazo. En los almacenes que fueron inspeccionados se guardaba la madera de Palo de Río con otras especie de apariencia similar, para dificultar su identificación.

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