Diario de León

El sistema, ensayado con éxito en animales, será probado en humanos dentro de tres años

Los científicos crean un método para conservar vacunas sin refrigerar

Permitirá salvar a millones de personas en todo el mundo que no están inmunizadas

Una investigadora examina una vacuna en un laboratorio

Una investigadora examina una vacuna en un laboratorio

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León

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Una simple solución en azúcar, inspirada en la observación de una planta, promete revolucionar el proceso de administración de vacunas y salvar a millones de personas de países en vías de desarrollo que no pueden acceder a la inmunización contra distintas enfermedades porque aún no se ha hallado el sistema que sirva el tratamiento en condiciones ambientales. Actualmente, el principal inconveniente de las vacunas consiste en su transporte, ya que para mantener su efectividad deben mantenerse refrigeradas a una temperatura de entre dos y ocho grados. Esta situación puede cambiar con el hallazgo de un grupo de científicos británicos que ha lo-grado probar en animales una revolucionaria tecnología que permite conservar las vacunas en una solución de azucar en lugar de refrigerarlas. Ante las enormes perspectivas que ofrece el hallazgo, el Ministerio para el Desarrollo del Reino Unido anunció ayer la conce-sión de una beca de 1,4 millones de euros a un laboratorio para que prosiga con el experimento. El objetivo es probarlo en humanos en tres años. «Ya sabemos que hay vacunas que funcionan y que pueden salvar vidas en los países en desarrollo, pero el mayor problema es el dinero que cuesta transportarlas de forma rápida, ya que tienen fecha de caducidad», explicó Bruce Roser, el descubridor del método. El coste de la refrigeración de las vacunas en el tercer mundo, unos 220 millones de euros, prodría financiar la vacunación de diez millones de menores. Resurrección El nuevo método se basa en un proceso de anhidrobiosis (vida sin agua), inspirado en el que experimenta la planta denominada Resurrección, que habita en en zonas desérticas. Así, una solución con una alta concentración de azúcar evitaría la degradación de la vacuna que luego, al ser inyectada, se sumergería en un líquido inocuo introducido en las jeringas. De esta forma se rehidrataría y conservaría sus propiedades al penetrar en el cuerpo humano. El descubrimien-to tiene una gran importancia, pese a que todavía deberá probarse en humanos. La conservación de las vacunas en frío para que no pierdan su efectividad supone un importante coste.

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