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Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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LA PINTURA QUE CIUDA las texturas, como la música, nos enseña que el amor es una forma de tocar. Por eso reconforta ver esta táctil exposición que ayer inauguró Modesto LLamas Gil en la Galería de Arte Ármaga, pinceladas epidérmicas, colores no arbitrarios, estructura, formas imposibles... Esta exposición reconforta porque, ahora que la realidad siempre se nos impone, un cuadro abstracto de calidad, como una sacudida de arco iris, se nos presenta ante los ojos como una oportunidad para indagar, para ahondar, para seguir buscando sin acomodarnos, resignarnos o renunciar. Oh, verdades sin anécdota, cada color una emoción y hasta un sonido. Sí, algo que no podamos entender ni olvidar. Este artista, todo un clásico de la pintura leonesa, se jubiló como catedrático de dibujo, es reconocido como un virtuoso del retrato y sin embargo sus retratos coloristas, vibrantes y llenos de palpitantes texturas tienen mucho de abstracto, de no fotográfico, de inconformista. Tienen mucho de más allá. Hay un cuadro abstracto en cada uno de sus retratos como igualmente hay un retrato y hasta un autorretrato en cada uno de sus cuadros abstractos repletos de gestos inquietantes, manchas fálicas, rebeldía formal y una luz inteligente que eleva el nivel del mundo. Preside, pues, esta exposición un irónico y deslumbrante autorretrato con mosca en la oreja, en el que el artista se contempla, se sabe y se desdice al tiempo que nos enseña su parte más privada, que nunca es la más real. Y lo que nos enseña son todos esos cuadros más o menos abstractos de títulos exclarecedores en los que se vislumbra a un hombre que lucha contra el tiempo y contra su lado más convencional mediante el color y el gesto nervioso, nada recto, nada asentado: el gesto ingobernable. Reparen, en este sentido, por ejemplo en el cuadro titulado «Así de claro» confeccionado utilizando una curiosa gestualidad pictórica y en el que se ve como, de un fondo luminoso, emerge una forma biológica que acaso sea el propio pintor luchando contra su reloj vital, e intentando renacer. En toda esta exposición, sí, las sensaciones guían, la imaginación se despierta y hay cometas, gritos amarillos, cuadros voladores, ramos de colores como una ofrenda de flores llena de poesía: la convulsión que supone envejecer. Sí, son obras como la titulada «Tentativa» las que nos enseñan que la rebeldía es puro movimiento. Son estos cuadros cercanos a lo abstracto los que, ahora, nos invitan a mirar a nuestro propio interior para iluminarlo y ordenar el caos. ¡Hé aquí una exposición de pintura moral! Al terminar de ver con calma y alma esta antología del último Modesto LLamas uno se lleva la impresión de que el artista denuncia aquí que el exceso de realismo desfigura el mundo, que lo obvio adoctrina y que es, por tanto, la suya una exposición contra el pensamiento único. Belleza contra el ruído. Riqueza espiritual contra la miseria. Arte que no engaña ni desfrauda ya que, al incluír ese autorretrato que explica el resto de la obra, el pintor parece tratar de formarnos e informarnos pictóricamente al tiempo que nos enriquece como sólo puede hacerlo un verdadero maestro. En esta era de la superficialidad irreflexiva y mecánica, de la desindividualización y la desafección cada vez -incluso entre los artistas- queda menos gente que conoce, respeta y ama el oficio que ha elegido. Por eso acercarse a esta exposición supone un solplo de luminosa verdad y de viento fresco para estos corazones nuestros rutinarios, fatigados, consumidos por la voracidad del mundo... Viento fresco para los corazones que ya no están para guerras ni paces. No se la pierdan.

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