Diario de León

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ESPERO, querido Toño, que conserves esa tupida maraña de pelazo rasta que nunca abandonaste, tu seña, tu libertad para que sólo el viento te tome el pelo. Cuando vengas a León, conviene, sin embargo, que entresaques cabellera y coletón, dale un toque algo caótico y recórtate esa barba de bondad ermitaña que parece un pacto de no agresión, rápala y siluetea una perilla pija o una patilla cuchillera que amenace, pues el arte es provocación, trangresión, transversal, transitivo... y transexual, métricamente hablando, ¿entiendes, Toño?... No vengas con escrúpulos; te pones así; y a callar. Los expertos en casting de museos contemporáneos se fijan mucho en la chorrez y miden las pintas del artista, su cierta extravagancia escénica. Esa escultura tuya que ayer te dije, la que parecen ser dos pechos de redondez de barro cocido, te puede lanzar a la fama definitiva. Ya sé que no son dos tetas, como bien me explicaste, pero tienes que aceptar y asegurar que son dos tetísimas como dos carretísimas. Es preciso. Lo piden así. Te cuento. Una foto que le hice a tu obra acabó en manos de un asesor (eso dice él) que moscardea por el Musac, un pedazo museo de te cagas que va a inaugurarse con problemón, pues no tienen obra para embutir en aquel vacío y la pompa ceremonial puede quedárseles en interruptus. No tienen masa plástica; y es que sólo llevan cinco años pensándolo, poco tiempo; pero héte aquí que apareció tu escultura. Le fascinó al baranda, aunque cuando le dije que no se trataba de gran formato, que lo del fondo no eran árboles, sino mis amagos de bonsais y que sólo medía quince por treinta centímetros, se desinfló. Le sugerí entonces la gran solución: ya está, la cogéis y hacéis una ampliación gigantesca para el exterior, como el Puppie del Gugenheim y, después, hacéis doscientas reproducciones de todo tamaño, material y colorete, mucho colorete, como la fachada del invento... catarata de pares de tetas. Creo que el tipo se fascinó y me aseguró que ha presentado la idea (como suya, claro) y hay visos de éxito. «Ubres cósmicas», se llamará la muestra. ¡Te vienes a León, Toño! Hay pasta larga y pólvora del Rey. Vente; están como carretas. Y como todas sus ideas son tetaza, podrás apuntarte a mamar; porque, aquí, todo lo que la razón no cubre, no es teta, sino ubre.

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