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Llegó la hora del gran deshielo

Dentro de 70 años no habrá hielo en el Ártico y difícilmente sobrevivirán los osos o las focas. Pero, según un estudio presentado ayer en Noruega, la biodiversidad aumentará

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Jaime Espantaleón - oslo
León

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El Océano Ártico se quedará sin hielo en verano dentro de setenta años, momento en que la Tierra tendrá una temperatura seis grados mayor que ahora y el nivel del mar crecerá un metro, concluye un informe titulado «Evaluación del Impacto del Clima Ártico» (Acia), difundido ayer en Oslo. En esa zona del planeta, la temperatura aumenta cada año entre dos y tres veces más que en otras regiones del mundo, advierte el informe, elaborado por unos 300 científicos del Consejo Ártico, organismo al que pertenecen los Estados Unidos, Canadá, Rusia, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia. El deshielo de los glaciares y de la capa de hielo marina (un 15 por ciento más delgada en los últimos cincuenta años), así como la reducción de las temporadas de nieve, son indicios de ese proceso. «Se espera que el calentamiento del Ártico prosiga y aumente en torno a 7 grados centígrados durante este siglo, debido a grandes concentraciones de dióxido de carbono producidas por actividades humanas como la quema de combustibles fósiles como carbón, gas y petróleo», señaló Pal Prestrud, director del centro de estudios climáticos noruego Cicero y vicepresidente del comité del Acia. El estudio, elaborado durante cuatro años, predice grandes modificaciones climáticas tanto en el Ártico como en todo el planeta, entre ellas una ampliación del agujero de la capa de ozono y un aumento de la radiación ultravioleta. «En Alaska, el oeste de Canadá y Siberia, las temperaturas invernales registradas los últimos 50 años han subido de 3 a 4 grados centígrados y crecerán de 4 a 7 grados durante los próximos cien años», indicó la científica Inger Hanssen-Bauer. La extensión de hielo de Groenlandia se reduce año tras año, contribuyendo con ello al aumento del nivel del mar. Esa isla danesa posee reservas de hielo suficientes para subir el nivel del mar en 7 metros, lo que inundaría ciudades como Venecia y Amsterdam y territorios como Florida. Además, las precipitaciones se multiplicarán en un 20 por ciento en el Ártico y cerca de un 5 por ciento en el resto del mundo, con inviernos más cortos y templados. En el Ártico, especies animales como osos polares, focas y aves marinas podrían extinguirse al desaparecer su hábitat natural. El deshielo de glaciares y ríos más caudalosos engrosarán el mar con agua dulce, aminorando así la circulación oceánica que conduce las corrientes calientes de los trópicos a las zonas polares. La típica vegetación ártica, la tundra, se desplazará a partes antes desérticas y será gradualmente sustituida por bosque, arrastrando consigo plagas de insectos, como la vivida en el Ártico norteamericano con el escarabajo de picea y los incendios que arrasaron 4 millones de hectáreas de bosque boreal en Rusia en las tres últimas décadas. Pero la influencia del comportamiento humano en la evolución de nuestro planeta no implica únicamente efectos negativos. El comercio mercante crecerá y se abrirán nuevos canales de navegación y el deshielo del Ártico hará más fácil la extracción de los recursos de petróleo y gas de esa zona, que se calcula supone un tercio de todas las reservas mundiales.