Diez horas de cháchara caribeña
Hugo Chávez departió una noche entera con Fidel Castro en la primera visita de un mandatario extranjero a Cuba tras la caída del líder cubano el pasado 21 de octubre
Pese a su postración desde hace semanas en una silla de ruedas, con un brazo y una rodilla rotos tras la caída que sufrió el pasado 20 de octubre, Fidel Castro vive horas felices. En la noche del sábado al domingo pasados, el líder cubano recibió la visita del presidente venezolano, Hugo Chávez, el primer mandatario extranjero que visita a Fidel desde su aparatoso accidente, ocurrido cuando bajaba de la tribuna tras pronunciar un discurso en la localidad de Santa Clara, y que le ha obligado a someterse a una delicada operación quirúrgica. «El compañero Fidel resumió el encuentro diciendo que había sido la mejor noche que había pasado desde su accidental caída», publicó ayer el diario cubano Juventud Rebelde para referirse a la extensa y nocturna entrevista que mantuvieron ambos líderes, y durante la cual Fidel felicitó a Chávez por su aplastante victoria en el referéndum revocatorio del pasado mes de agosto. Por su parte, el presidente de Venezuela le devolvió los parabienes a Fidel por el reciente espaldarazo que la ONU ha dado a su régimen: una resolución de condena, aprobada por abrumadora mayoría, contra el embargo norteamericano que atenaza desde hace décadas las posibilidades de desarrollo de la economía cubana. Pesos convertibles Esa noticia coincide además con la relativa normalidad que se respira en las calles de Cuba tras el veto que el propio Fidel impuso a la circulación de dólares estadounidenses, anunciada sólo un día después de su traspiés, y su sustitución por los pesos convertibles, divisa de uso interno con la que el Gobierno cubano, según la prensa local, pretende garantizar el mantenimiento de las conquistas sociales de la Revolución. Lo cierto es las buenas vibraciones entre Fidel y Chávez, además de suponer un balón de oxígeno moral para el mandatario cubano, cada vez más aislado en el ámbito internacional, se han transmitido a las relaciones bilaterales entre los dos países. Así, durante la entrevista, Fidel agradeció los trabajos de la Brigada Internacional Simón Bolívar, el contingente venezolano que trabaja en la reconstrucción de viviendas dañadas el pasado verano por el paso del huracán Iván , en el municipio cubano de Sandino, mientras Chávez daba las gracias a Cuba por el tratamiento que reciben centenares de enfermos de las zonas más deprimidas de Venezuela, que son atendidos gratis por los servicios de salud cubanos de salud a cambio de petróleo venezolano. Además, Chávez informó a Castro de su reciente visita a Haití -donde también hay médicos cubanos atendiendo a las víctimas del Iván y el Jeanne - y a la República Dominicana, país con el que Venezuela ha firmado un convenio de colaboración similar al que mantiene con Cuba y por el que suministrará a ese país caribeño 50.000 barriles diarios de petróleo a precios preferenciales. El líder de la revolución bolivariana también puso a su contertulio al día de los debates de la reciente cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del Grupo de Río, que forman diecinueve países de la región. Petrocaribe Por si ese espectro de acciones de cooperación bilateral fuera escaso, Castro y Chávez también intercambiaron puntos de vista sobre Petrocaribe, el proyecto del segundo para dotar a los países del Caribe de autonomía energética en materia de gas y petróleo, y evaluaron la posibilidad de emprender planes de cooperación vinculados a la producción de níquel para la fabricación de acero inoxidable. Tal es el calado del buen rollito entre Castro y Chávez, que éste último no dudó en anular una de las citas a las que nunca suele faltar: el programa de televisión Aló, presidente , una especie de NO-DO dominical con el que el mandatario entretiene a sus conciudadanos y que en esta ocasión se iba a grabar en la localidad venezolana de Puerto Cabello, tuvo que ser anulado a causa de la visita. «Sin darse cuenta los participantes, el encuentro se prolongó durante más de ocho horas», justificó Juventud Rebelde .