Diario de León

Tiene madera este Don Suero

Vinos de León incorpora un 50% de roble francés a las barricas en las que reposa la nueva estrella de su bodega, el de la añada del 2000, presentado anoche en sociedad con especial mimo

León

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En la ruleta de mejoras progresivas que Don Suero parece experimentar por obligación desde que la primera botella viera la luz, en torno al cuarto de siglo atrás, la edición del 2000 del ojito derecho de Vinos de León recibió ayer bautismo (laico, eso sí, ahora que el tema está de moda). Fue con la aquiescencia de Custodio López, sumiller del afamado Restaurante Zalacaín, Jesús Flores, presidente de la Asociación Española de Sumillers, Alberto Ajona y Antonio Gómez, los enólogos de la casa, y Pablo San José, alma y gerente de la bodega responsable de que por el mercado circulen 96.000 nuevas botellas. Novedoso en su concepción, gracias al renovado gusto por las barricas de madera que mecen sus primeros días de vida, Vile se arriesga y mezcla al 50% el roble americano de siempre y el francés. Resulta un Don Suero evolucionado, más potente y elegante que el de 1999, frutal como él solo y con un vestido de admirar, intenso en la nariz y muy largo de recorrido. «No es el mejor de los vinos que van a salir de esta bodega». Lo advierten los expertos, que llaman la atención sobre la impresionante añada que se le augura al 2003 y al 2004 y alaban el aspecto juvenil que presenta y la nobleza que dibujan los taninos, o la madurez que se deja entrever en su conjunto. El paso de boca es sabroso, «algo láctico» sentenciaron las opiniones más certeras, pero en cualquier caso, nada duro. Con semejantes avales, luego ya quedó en el aire el tema del gusto y los colores. Porque empieza a pasarse de moda aquello de paladear los caldos a temperatura ambiente, y las nuevas tendencias aconsejan que Don Suero reine en la mesa a 16º de temperatura, no más. La noche hizo también un guiño al recuerdo. Fue con la presencia de las hermanas de Feliciano Fidalgo, que entregaron gustosas un buen pedazo de cecina de León al mismo sumiller que dio a conocer Don Suero a Rodolfo Martín Villa en 1996, que comprueba como Julio Iglesias abraza las botellas para sondear su temperatura «porque es un maniático» o que tuvo que explicar a Camilo José Cela que no llevaba coleta, que aquello era un lazo del delantal, porque el Nobel gallego amenazaba con no volver a pisar Zalacaín nunca más. Un aperitivo cerró la noche de encuentros en el Hostal de San Marcos. Hubo tiempo entonces para hablar de cómo la porosidad de la madera carameliza este vino genial, de que después de un año en la bodega, queda redondo y pulido. Y así, hasta agotar adjetivos.

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