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Navegar sobre el hielo

La futura desaparición del Polo Norte abre la posibilidad de conectar Europa y Asia por el Ártico, que ahorraría dos semanas de viaje

Publicado por
Jorge Casanova - redacción
León

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Asumido ya por completo el calentamiento del planeta y sus devastadores efectos sobre el Ártico, los expertos empiezan a poner en marcha el viejo dicho que reza «De lo perdido saca lo que puedas». El gran informe sobre el deshielo del Ártico está relanzando un viejo sueño: la ruta del Norte; es decir, la vía ártica para comunicar Europa y Asia, una alternativa al transporte marítimo que podría ahorrar dos semanas en un viaje, por ejemplo, entre Rotterdam y Osaka. Hoy, esa ruta duraría un mes y medio uti-lizando el canal de Suez o el de Panamá. Se trata de un triste consuelo, como lo es el hecho de que el deshielo lleve consigo la sentencie de muerte para especies como el oso polar, pero permita el viaje al Norte de otras que aumentarán la biodiversidad de la zona. Otra biodiversidad, desde luego. En cualquier caso, aunque la idea de un nuevo y rápido paso entre océanos está en boca de muchos expertos, su traslación no parece entusiasmar, al menos de momento, a las grandes compañías fletadoras. Entre otras razones porque el deshielo total del Ártico no es algo que vaya a ocurrir en los próximo años. Y, además, los cálidos veranos en el Polo Norte permitirían el paso de los barcos allá por el año 2100, pero se convertirían en rutas muy peligrosas, llenas de icebergs, sólo navegables por parte de barcos con cascos muy gruesos y tal vez apoyo de rompehielos. Además, entre las consecuencias del deshielo, los científicos vaticinan amplias zonas de niebla. Uno de ellos, Walter Parker, sintetizó la situación asegurando: «Las grandes compañías fletadoras aún no están interesadas». Sin embargo, la ruta del Norte podría servir, no sólo para acortar el viaje, sino para ser utilizada como una alternativa más segura al incremento de la piratería marítima o incluso al terrorismo internacional. Otra aplicación mucho menos honorable, aunque muy práctica para varios países, apunta a una buena opción para el transporte de basura nuclear. Mientras las compañías marítimas se lo piensan, el Gobierno de Canadá, uno de los que ha financiado este informe, se pregunta cómo podrá mantener la soberanía sobre una zona que hoy está deshabitada aunque se puede pisar sobre ella, pero que en unos años podría convertirse en aguas internacionales, como ya la consideran Europa, Estados Unidos y otros países. Las terribles consecuencias del deshielo tendrán especial incidencia en la población del Ártico.

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