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Son muy numerosas las enfermedades que tienen su origen en nuestros propios genes

Descubierta una técnica rápida paradeterminar la función de los genes

Se ha inhibido la expresión de un gen sin alterar el genoma para saber qué controla

Se han descubierto cientos de genes que reducen los depósitos de grasa y otros que los aumentan

Publicado por
A. Álvarez - león
León

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Numerosos investigadores han trabajado durante los últimos años para tratar de determinar el genoma de animales tan diversos como ratones, moscas y gusanos, además del genoma humano. En todos ellos se ha visto que compartimos un gran número de genes. Pero la información genética conseguida hasta ahora no indica cuáles son los genes que influyen en el desarrollo y comportamiento del animal, objetivo de la llamada genómica funcional. Esta ciencia ha dado un paso importante tras las investigaciones llevadas a cabo por la doctora Julie Ahringer y su equipo del instituto oncológico y de biología del desarrollo de Cancer Research UK y del Wellcome Trust, en la universidad inglesa de Cambridge, tal y como explica Brian Bell. Inhibiendo sistemáticamente diversos genes del nematodo Caenorhabtidis elegans, estos investigadores han estudiado por primera vez la función de la mayoría de los genes de un animal. Precisamente los científicos Sydney Brenner, H. Robert Horvitz y John Sulston recibieron el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 2002 por sus estudios pioneros sobre el C. elegans. Tradicionalmente, el análisis de la función genética se hacía examinando el desarrollo de los animales en los que se había producido la mutación de un gen, un proceso muy laborioso que no se puede aplicar en general. Una alternativa más rápida es la llamada técnica de la interferencia del ácido ribonucleico (iARN), que consiste en desactivar provisionalmente un gen para ver qué consecuencias tiene. El C. elegans tiene unos 19.000 genes (el genoma humano consta de unos 30.000). Mediante la iARN, la doctora Ahringer y su grupo desactivaron uno a uno 16.757 genes y, a partir de la observación de los fenotipos mutantes, asignaron una función a 1.722 de ellos (el 10,3 por 100 de los examinados). Hasta entonces sólo se conocía un tercio de esas funciones. Para desarrollar la técnica del iARN, el grupo de la Dra. Ahringer creó una biblioteca de cepas bacterianas, una cepa por cada gen mutante. La prueba se hace inyectando esas bacterias al nematodo, lo que causa la inhibición del gen correspondiente en el gusano y en su descendencia. Por tanto, es un medio muy apropiado de desactivar los genes y ver lo que sucede. Mutantes artificiales Normalmente, los científicos estudian la función genética provocando una mutación en el tramo del ácido desoxirribonucleico (ADN) que codifica ese gen, lo que supone un proceso muy laborioso. Los científicos descubrieron que, intercalando secciones cortas de la doble hélice del ARN en una célula, se inhibe el funcionamiento del gen correspondiente sin que ello afecte al ADN de la célula. Por tanto, en vez de tener que esperar un año para ver cómo funciona el gen mutante, se crea un «mutante artificial» en pocas horas. El método del iARN tiene enormes posibilidades para comprender cómo funciona cada gen de un animal y, por tanto, el desarrollo de muchas enfermedades. Por eso es posible que el futuro se utilice esta técnica para tratar diversas patologías, desactivando los genes anormales que las causan.

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