Diario de León

GALOPANDO NUBES

Devuélvanme mi América

Publicado por
MARGARITA MERINO
León

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EN LA NEGACIÓN ESPELUZNADA de la política indeseable, algunos observadores emitimos juicios de valor a modo de aspaviento. Son inofensivos desahogos que no pretenden ser universales ni, menos mal, todavía definen a todos y cada uno de los integrantes de la sociedad concreta a la que nos referimos. Con estas reflexiones, exageradas o preclaras, tampoco logramos cambiar nada ni la irracionalidad paralela, pero acaso las formulamos para revolver los sentimientos más elementales y clamar por las grandes palabras que aquí y acullá caen en desuso. No cabe ideal en los imperios capitalistas cuya prosperidad en crisis recrudece un materialismo (que se afirma cristiano) radical: su permanencia se basa en la adquisición y amontonamiento incesante de máquinas y objetos que van aniquilando las reservas naturales del mundo, sustituyendo la comprensión entre las personas por fiera competencia y una inhumanidad basada en la riqueza. Sin olvidar que estas sociedades tan monstruosamente desarrolladas requieren de la vampirización maquillada de las empobrecidas y la degradación de los espacios puros. El triunfo de Mr. Bush amenaza ya el ártico de muerte en el que quiere entrar a saco industrial: tiembla, mundo. Si ciertos juicios críticos a los que nos impele la ética son injustos en su visión demediada, no lo son tanto como las intervenciones de las administraciones que atacan, ni en ellos se incluyen grupos o casos particulares de ciudadanos y residentes impotentes para frenar un proceso legal contra el que no pueden defenderse. Así me sorprende la reacción virulenta a la opinión contraria, por radical que sea, de las buenas conciencias que no se ofenden por la agresividad de políticas pragmáticas de exacto cumplimiento y repercusión en su vida diaria y en el planeta que heredarán sus hijos. Como la defensa del rifle y la perpetuación de tenencia de armas en los domicilios entendida como derecho fundamental de los ciudadanos, mientras se desmorona la estructura y la equidad de la educación y no existen las prestaciones sociales de salud que asistan a la infancia, la pobreza, la marginalidad, la salud, la enfermedad, el desempleo ni la tercera edad. Asusta contemplar el proceso de autodestrucción imparable de entes colectivos anestesiados en la velocidad de sus dinámicas donde palpita del fantasma de una innegable violencia como el que conforma la sociedad norteamericana que vivo en carne propia desde hace nueve años. Algo podré opinar, if you do not mind . Porque las grandes decisiones que nos afectan en el mundo las toman pocos individuos: no todos cualificados para brindar servicio alguno a la comunidad de vecinos y menos a la entera humanidad. Pero, aunque se tratase de genios benéficos, ¿quién está autorizado a tomar la decisión de bombardear otro país, de iniciar una guerra, de quitar la vida a otro ser humano? Cuando las acciones aisladas de locos o iluminados se revalidan en las urnas estamos ante una situación peligrosa si recordamos el fascismo. Algunos norteamericanos me acusan de antiamericanismo por mi columna «Sálvese quien pueda». Siento esta interpretación, pero asumo mi lectura de unas elecciones que me muestran cómo respira este país que ya me escuece como propio. El «me duele España» de Unamuno traía un amor herido de patriotismo hondo, pues él la amaba por suya y no por su tamaño: el grito de don Miguel me toca más que el patrioterismo cómplice que se embriaga de ignorancia y soberbia. Los que defienden a toda costa cualquier política de sus gobiernos y la perversión de valores admirables, están olvidando aquel gran país democrático que nos inspiró en las dictaduras por su conquista de la libertad y del trabajo honrado, que nos hizo soñar los horizontes abiertos de sus grandes praderas, sus ciudades arboladas de edificios míticos, su valor solidario capaz de defender Europa del nazismo. Absortos en la pasión de Edgar Allan Poe o Walt Witman, hubo incluso quienes entregamos el corazón a sus hijos más nobles y la mitad de nuestro apellido actual se pronuncia en inglés.

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