EL PULSO Y LA CRUZ
Lo que se echa al cocido
CÁRITAS -¿qué sería de los pobres de este país sin ella?- sitúa en el día de mañana su campaña a favor de los «sin techo», los transeúntes. A favor de los «carrilanos», como ellos se llaman a sí mismos. Son unos treinta mil en toda España. Malviven como pueden. O como les dejan. O mejor, como les dejamos. Lo cierto es que forman parte de esa humanidad doliente que merece la ternura -efectiva- de todos. La Iglesia, por medio de más de seiscientos centros de acogida, atiende al setenta por ciento de estos hermanos de la intemperie. Con medios que resultan a la postre mucho más baratos que los que emplea la Administración en los suyos. Subvencionar cada uno de los centros de Iglesia instituidos con este fin les cuesta a los poderes gubernamentales la mitad que mantener los centros públicos. O sea, que la caridad, cuando lo es verdaderamente, sale barata. Porque o es gratuita o no es caridad. Gratuita quiere decir a fondo perdido. Otra cuestión más seria es por qué ha de ser objeto de caridad lo que primero debe ser razón de justicia. Y ahí sí que damos en duro. Por mucho Estado social y mucho programa progresista y mucho talante que echemos al cocido. De cualquier modo, me temo que este día pase inadvertido en nuestras diócesis. Por lo menos a estas alturas -la víspera- ningún signo tenemos a mano de que la opinión pública se dé por enterada de la «fiesta». El entrecomillado es para adobar el eufemismo de estos tremendos dramas humanos. Más agudos con las heladas. Estamos en el tiempo del todo vale con tal de salirnos con la nuestra. Así ocurrió, nos parece, el pasado lunes, cuando nos desayunamos con un sobresalto -relativo-: este periódico lanzaba a la calle la noticia de que la Colegiata de San Isidoro estaba camino de habilitar, en parte de ella, unas dependencias como hotel de lujo, edificado con «suculentas» (sic) donaciones, y destinado al reposo de cuerpos y espíritus, con zonas de expansión, jardines y aparcamientos. Más cosas se decían en el reportaje. La mayor parte estrictamente sujetas a la verdad, dicho sea en honor a la misma. Pero muchos leoneses se habrán alarmado, sobre todo si les ocurrió -como suele- que sólo leyeron los titulares. Se trataba, deduce uno, de conseguir un golpe sensacionalista, con visos de primicia sorprendente. Pues ya ven lo que son las cosas: lo que se pretende es que la obra emprendida rehabilite la antigua Casa de Espiritualidad, sita en la zona oeste, sobre la muralla de Ramón y Cajal, y se adapte a los adelantos técnicos del tiempo y a las exigencias de las normas civiles actuales. Serán casi cuarenta habitaciones, con sus zonas obligadas de complemento (cocina, salas de reunión, lugares de paseo, etc.), que servirán para acoger tandas de ejercicios espirituales, retiros, convivencias, momentos necesitados de recuperación, de concentración o de silencio. Lo dijo muy bien el abad, D. Francisco Rodríguez Llamazares: «Nuestro propósito es que puedan desarrollarse aquí actividades de tipo espiritual, cultural y de convivencia». Para la Pascua puede estar todo a punto. Ojalá que muchos leoneses y foráneos puedan disfrutar del lujo -que éste lo es- de disponer de tiempo y de ganas para el recogimiento y la reflexión en este lugar, que ya por sí mismo es todo un regalo para caminantes. Más cosas. Trescientos jóvenes estuvieron en el Festival D'Amigos en Astorga; buena redada. Ayer tarde tuvo lugar el lanzamiento -es un decir- del ciclo litúrgico de Adviento-Navidad con un encuentro formativo en el Seminario de León, organizado por la Delegación de P. litúrgica y Piedad popular; es calentar motores. Astorga celebra hoy, a partir de las 10,30 de la mañana y en el Seminario diocesano, una Jornada de Pastoral Obrera, para tomar el pulso a la recepción del documento de los Obispos «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia», publicado hace diez años; que lo trabajen bien. La Delegación de Pastoral Juvenil y vocacional de León tiene para esta mañana programadas dos convivencias vocacionales, una -Mar adentro- para mayores de 17 años, la otra -Gente CE- para los de once a quince; que la red barredera consiga un buen copo. Hoy también, en foro civil, las cofradías semanasanteras de la capital se juntan para ahondar en aspectos canónicos y litúrgicos. Y un recuerdo y una oración por los «curas» José Antonio Álvarez Ordás y Julián Acedo, párrocos de Riello y Santa Marta de Tera; se nos fueron de repente.