Diario de León

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PONERSE en bolas o en peras y hacerse un calendario empieza a ser manía. Maldita originalidad. Nadie se priva: bomberos, una asociación protectora, dos clubs de béisbol de Arkansas, el pedorro once del Atlético de Piloña, una sociedad recreativa, unas mastectomizadas, la tuna murciana de Veterinaria y el inevitable colectivo barcelonés que reivindica la pena de muerte para los maltratadores de animales, el destierro para los peleteros, la abolición de las corridas de toros... y la energía positiva como alternativa a la eólica, que ahora les cabrea. A todas estas peñas, bascas, equipos, sindicatos, colectivos, oenegés y algún que otro gilipollas sin fronteras les dió un día un pronto y se dijeron ¿por qué no nos hacemos un fulmonti?... ¿me dice?... un espelotamiento, abuela, que nos vamos a hacer un calendario las mujeres de esta residencia para reivindicar la dignidad femenina de la tercera edad y el cuerpo serrano de «la arruga es fiera», lo vendemos y sacamos unas perras para ir a Soria a que nos enseñen otra vez la fábrica de chorizos Revilla, ¿se acuerda usted, Presentación?, qué bien lo pasamos aquel día, lástima lo de Consuelo, zampó picadillo sin sentido y se puso malita, ¿malita?, como que palmó a la mañana siguiente... resumiendo, que nos hacemos un calendario y nos esnuamos, pero salimos medio tapadas, que tampoco hay que asustar. También los ediles deberían hacerse un calendario en porreta; y los médicos, abogatas o fresadores... llegará un día en que todo el mundo se habrá hecho un calendario así y, entonces, se echará en falta al único gremio no desnudado, el clero. Será por eso que el otro día se vió al espíritu del orondo Ataúlfo plantado de nuevo en la plaza del Espolón con sus redondas proclamas revolucionarias, aunque modificada aquella que conminaba al clero ¡a trabajar! para dejarla así: «Curas y monjas, ¡a posar!». Ya entiendo. Ataúlfo UHP (hermanos proletarios), hubiera dado sus dos riñones por ver a unas monjas mostrando liguero y muslamen en un calendario Pirelli o a doce miembros de una conferencia episcopal enseñando in púribus lo que tienen per natura los hombres, dos pelotas, para protestar y condenar los matrimonios gayes (gais suena a gritito pijo). Y entonces Ataúlfo hubiera vuelto al redil. Eso sí, sin dos riñones.

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