Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

De la Legio VII y la Legión Cóndor a hoy

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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Y CARPETOVETÓNICOS y germanos acordaron reunirse precisamente en León, que es tierra que conserva datos muy precisos de su biografía, y celebraron un encuentro que todos reputan como el más importante de cuantos figuran en los anales. Y puede ser, es posible que los reunidos, una vez que acordaron un poco sobre la marcha y sin entrar en historias de Galba y de Las Médulas, decidieran despejar el futuro y concertar las líneas programáticas de acuerdos perdurables para el bien de los unos, de los otros y si esto fuera posible todavía, también para los de más allá. Y fue precisamente en el Hospital para los pobres de Cristo, en el excuartel de caballería de San Marcos, convertido por la fuerza y el poderío de Manuel Fraga en Hostal de lujo para turistas llegados del frío, donde esta sesión a dos bandas se produjo. ¡Cuánto nos hubiera gustado a nosotros asistir! San Marcos y Alemania están muy metidas en los entresijos de la Historia Moderna de León y todo aquello que se refiera a estos dos datos precisos de nuestra biografía nos importa. Porque a parte de los resultados políticos y económicos que puedan derivarse de esta oportunísima celebración entre los dos estados, conviene aceptar la reunión como una de las señales más luminosas en la complicada y confundidora razón de Estado que mueve a los países. Todos los leoneses, incluyendo aquellos que por sin razones de protocolo no asistieron a la gloriosa efemérides nos sentimos orgullosos de haber sido por un tiempo fugaz lugar propicio para el entendimiento de los pueblos y para la busca del método más eficaz para conseguir establecer los equilibrios que el estado del mundo demanda. Y ha hecho bien nuestro Presidente en promover esta efemérides precisamente en León, donde todavía, -(porque los sentimientos dolorosos no se apagan fácilmente)- se mantienen los recuerdos de cuando los legionarios aviadores de Germania convirtieron a León en su centro operativo y de la Virgen del Camino partían los portadores de la desolación de Guernika, por ejemplo. Eran aquellos tiempos de frenesí, durante los cuales se produjo la más feroz estampida humana de las guerras. La presencia del presidente alemán y su clara sonrisa y su gestuación de hombre de la calle, nos permitieron el sano ejercicio de seleccionar, entre los recuerdos, aquellos que mejor convienen a la mayor gloria y provecho de los pueblos. Que es a lo que el mundo debiera optar más que a la pugna entre comunidades agresivas dispuestas a derribar estatuas y a borrar idolatrías históricas por pura complacencia de rendir al enemigo. Nuestro máximo anfitrión José Luis Rodríguez Zapatero ha sido especialmente afortunado en la composición de la frase que muy bien pudiera servir de cartela simbólica para el evento: «Alemania, -dijo o vino a querer decir-, a corto plazo será de nuevo La gran locomotora de Europa. Que los dioses le escuchen con benevolencia y a nosotros nos inspire la suficiente fuerza de voluntad y el sosiego político para celebrar los acontecimientos que nos unen y no las reconstrucciones que nos envenenan la sangre. ¡Vamos a atendernos de su voz!

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