Nada

LA NADA es lo más excelso en según qué artes naveguemos, que no son estas que aquí ves, oh Fabio. La nada es el gran colmo de la abstracción, eso que tanto han perseguido tendencias contemporáneas sin conseguir siquiera atraparla por el rabo. La nada anonada y el anonadamiento es el único camino que elige la mística pura y todos los místicos ciertos que en el mundo han sido para alcanzar el umbral de la existencia y de los divinos candelorios. La nada es el vacío, la ausencia y el total desprendimiento. La nada es lo que envuelve el universo, si es que sólo hay uno. «Dios es la nada», concluyó el meister dominico Eckart, que fue más teólogo fino que el de Aquino, aunque escondieran sus lecciones y nadie le nombre... Nada de mí, nada de tí, la vida sin aire soy yo, nada de nada, me cantó Cecilia a la oreja y sin músicas en una inolvidable sobremesa de unos pocos tras cenar en el Novelty. Antes le había pedido que me dictara la letra original del «Blowing in the wind», la respuesta está en el viento... y un mes después le esperó una muerte en carretera cerca de Benavente. La nada será expuesta al público estas Navidades en el Museo de Arte Contemporáneo, que a la postre le llaman Musac como si fuera una síncopa de mustélido (garduña, hurón) y saco (eso que lleva el hombre de los miedos); y a lo peor es tal. Allí será exhibida la nada de cuadros, nada de arte, nada de performances, nada de instalaciones, nada de escultura, nada de nada. La nada tiene un gran valor, pero no precio, no cuesta, aunque esa nada primera que se ofrece al espectador sólo ha significado seis mil millones... de nada. Para empezar. Para seguir por esos caminos hay ahorcado por ahí un presupuesto a desollar, tocinada colgada del varal donde se acecina el magro del cadáver, pura matanza de mucha grasa de untar y zampar mientras cruzamos estos inacabables inviernos de cultura espectáculo y de pueblo inculto que abre la boca ante las pirámides del poderoso. La cultura que nos hace libres porque es idea, genio y herramienta es demasiado barata, no interesa ni luce... Paguemos el adorno. ¿Será por dinero? La cultura que instruye e informa hace a un pueblo peligroso. Viva, pues, el espectáculo. Viva la nada. Viva lo público entendido como patrimonio particular. Por eso Aquiles dice que este Musac es un atraco... de nada.