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LITURGIA DOMINICAL

¿Para qué esperar un salvador?

Publicado por
JOSÉ ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

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EN LAS vísperas de la Navidad la liturgia nos repite una y otra vez que «el mundo espera un Salvador». Hemos oído tantas veces esta frase que apenas nos sobresalta. Pero si la pensamos un poco nos deja llenos de interrogantes. En primer lugar, ¿a qué mundo nos referimos? Los cristianos somos una sexta parte de la humanidad. Y aun en el ámbito cristiano, son muchos los que viven como si no esperasen al Salvador. Por otra parte, ¿qué tipo de salvador esperan los que realmente esperan? Algunos ponen sus ojos y su corazón en «algo», como la consecución de un puesto de trabajo estable, la compra de una casa o de un vehículo, o un regalo que les llena de ilusión. Hay algunos que ponen sus esperanzas en «alguien», como un líder político, un deportista fuera de serie o un cantante sensacional. Finalmente, hay muchos que no esperan nada ni a nadie. Viven tan cómodamente en el presente que no se permiten la molestia de mirar al futuro. Además, ¿de qué podrían ser salvados justo ahora que se sienten tan realizados y satisfechos? Hasta llegan a decir: «De nuestros salvadores, sálvanos Señor». 1397124194 Sin embargo, los textos bíblicos nos presentan a Dios como salvador del ser humano. Jesús es reconocido como el Salvador definitivo, enviado por Dios al final de los tiempos. -Él nos ha salvado de la tiranía del tener, el poder y el placer: esas tres apetencias humanas -¡tan humanas!- que pueden siempre convertirse en otras tantas idolatrías deshumanizadoras. -Él nos ha librado de la desconfianza que experimentamos ante los demás cuando los consideramos como desalmados competidores. Siguiendo el mensaje y el ejemplo de Jesús, estamos llamados a verlos y aceptarlos como nuestros hermanos. -Él nos ha librado de una concepción de Dios que nos llevaba a temerlo como un tirano, como un ser abominable, como el mayor enemigo de nuestra felicidad. -Y finalmente nos ha salvado de lo peor de nosotros mismos. Nos ha liberado de nuestra mentira y nuestra vaciedad, de nuestro egoísmo y nuestras cobardías, de nuestra vileza y nuestro miedo. Y el salvador Un ángel desvela a José el secreto de la maternidad de María. Y le dice: «Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». En el nombre del niño ya se manifestaba con toda claridad su misión salvadora. ¿ «Tú le pondrás por nombre Jesús». Ese nombre nos revela ya que la causa humana no está abocada al fracaso. Hay una salvación para quien aspira a vivir con dignidad en el mundo. ¿ «Tú le pondrás por nombre Jesús». Ese nombre nos recuerda que, por terribles que parezcan, las fuerzas del mal no pueden sobreponerse a la sencilla majestad del bien. ¿ «Tú le pondrás por nombre Jesús». Ese nombre proclama que la salvación no nace de la fuerza o el ingenio del ser humano, sino que es siempre un don gratuito de Dios. -Señor Jesús, creemos y confesamos que por ti nos ha ofrecido Dios la salvación. Contigo la celebramos. Y en ti se nos hace visible e interpelante cada día. ¡Bendito seas tú, Salvador nuestro! Amén.

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