Diario de León

EL AULLIDO

Las lágrimas de Antígona

Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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PILAR MANJÓN, SU VOZ HERIDA pero no derrotada, su tono, su elocuente contundenia han significado un severo toque de atención a la clase política siempre tan deshumanizada en general, y con frecuencia tan exenta de particularidades. Con lágrimas diciendo las verdades del barquero. Con lágrimas afiladas y decisivas enseñando sus llagas pero también y sobretodo enseñando el sentido de sus llagas. Con lágrimas logrando que los parlamentarios escuchen no a sus votantes sino al pueblo, y haciéndolo ver a esos políticos que nos sabemos sus trucos verbales. Sí, hay quien le da sentido al sufrimiento. Hay lágrimas que fortalecen ... Son lágrimas de Antígona. Sucede una gran tragedia y, a la hora de reflexionar, nuestros políticos simplemente hacen política, lo que equivale a decir que piensan en su propia conveniencia. Sí, ella habla y llora y, mientras, Eduardo Zaplana rebusca en su cartera papeles que puedan contrarestar esa verdad razonada y desnuda de las lágrimas, esa voz legitimada, esa primerísima persona dando un redoble de conciencia, pero no los encuentra. No hay informes ni argumentos contra el dolor revulsivo de Antígona. No hay otra postura sensata que el silencio meditativo para oponer a las palabras de Antígona. Las lágrimas de Antígona. El conmovedor discurso de Pilar Manjón, ya todo un cflásico, probablemente -como nos enseña Steinner en su libro «Los nombres de Antígona»- se convertirá en recuerdo, y el recuerdo en Historia, y la Historia en leyenda, y la leyenda en mito. Dicha heroína y su discurso, claro, deben entrar a formar parte de nuestro concepto de la democracia. Si algo trata fundamentalmente de enseñarnos este hito parlamentario es el consenso. No todo puede utilizarse políticamente . Maquiavelo era de otro siglo. A veces, en momentos cruciales, el electoralismo ha de dejarse a un lado en favor del humanismo. Todos a una. Los oradores, para llegar de verdad a convencer, deben en sus discursos disminuir los datos, las estadísticas y el derecho, y recurrir a la poesía y el sentimiento. Nadie es más escuchado y creíble que quién se atreve a hablar con el corazón, y corazón es precisamente algo que escasea en los discursos parlamentarios. Nuestros políticos nunca lloran en público, no, pero el pueblo sí. Pilar Manjón ha obligado a los políticos a verse a sí mismos desde fuera y, claro, se han dado vergüenza. Ahora tienen que coger todos sus discursos remendados, su ideología mal cosida, y hacer con ellos un fuego purificador que ilumine la conciencia de todo el Parlamento. Así lo exigen la memoria de las víctimas y las lágrimas de los supervivientes. Así lo exige esa mujer valiente y desgarrada que caminaba por los pasillos del Congreso como si, en la noche, llevara una vela en la mano mostrando un camino. Una mujer, fenomenal emisaria de parte de las víctimas,que somos todos, ha ido a decirles a los polemistas públicos que el pueblo sabe lo que vota, y sabe lo que llora. Como si de una tragedia de Sófocles se tratara, en España acontece una gran desgracia pero de entre las cenizas resurge una mujer valiente, una Antígona, y produce en los espectadores toda una catarsis en el sentido helénico. Necesaria purificación ha sido ese discurso sentido y con sentido, ese palpito, ese acto de desnudez extrema lleno de verdad y sentimiento. Sí, los griegos inventaron la democracia y el teatro, y a veces, al ver y escuchar a nuestros políticos, ambas cosas parecen la misma. Pero por eso, para depurarnos democráticamente, para volver a nuestra esencia como quien regresa a Ïtaca, la realidad nos invita a regresar a Grecia. A volver a donde todo empieza... El sentido de toda desgracia son las lágrimas de Antígona.

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