Diario de León

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SI EN LOS AÑOS ochenta fue un rojo con pintas cuadradas el que estampó en alguna pared de los Madriles aquella pintada de perverso ingenio, «Franco, joputa, vuelve», ahora es un derechón el que se apunta al cuento de la agridulce nostalgia y proclama en editoriales o a su solapa el mismo conjuro, el mismo clavo ardiendo, «Felipe, joputa, vuelve». Le necesitan y les gustaría que resucitase por varias razones: Le conocen bien las esquinas y se las tienen bien meadas los doberman de la finca; con él se hizo rica la mitad de la derechona financiera de hoy, así que contra él se vivía mejor, de igual modo que el rojerío vivió siempre mejor contra Franco; y una última razón, la más poderosa: Zapatero es un chinarro en su zapato y un guantazo en las encuestas, es más guapo que Marianico el Largo, chupa ahora pantalla y popularidad en una televisión huérfana de Urdacis; se apunta a bombardeos y acaba saliendo con una dalia en el culo; Schröeder le guiña un ojo y Chirac le besa en la boca, mientras que con Aznar sólo tuvo el detalle de encalomarle a su amigo el industrial Decaux que ha venido afrancesando y uniformando parisinamente todas las ciudades del pepé con un mobiliario urbano abusivamente fané y muy gagá, ¡toma contrato! Zapatero era para ellos -eso decían- un holograma, un enfalograma de carne de gallina y una virtualidad fatua e inexperta, o sea, un chico lírico, y ahora resulta que les aguanta asaltos de catorce horas, les crece más que sus enanos y el Rey se esgüeva en simpatías con él, porque Aznar no le caía demasiado bien de puro tieso y berza que es. En fin, que al Bambi Zapatitos le ha salido una cuerna de doce puntas, como asegura Raúl del Pozo, y en las barricadas tripartitas del pepé han comenzado a palparse la camisa los de Rajoy, los de Aznar y los de Zaplana, así que ante las chorraditas zetapé y su efecto «porconsiguiente» no es extraño ese temblor y pavor en las filas poco prietas de los populares que barruntan otra legislatura más chupando banquillo, de seguir la racha ascendente de un Zapatero con baraka de trinchera y regado con agua de peruco. Y, claro, añoran a Felipe, joputa, vuelve. No te extrañe, pues, que rescaten para felicitar estas Navidades aquella vieja consigna, su christmas: «Felipes Fascuas... y el próximo, Barrionuevo».

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